La maldición de ser pobre, enésimo capítulo sin final
Cómo estará la cosa que hasta el BCE (Banco Central Europeo) ha tenido que llamar la atención de que el dinero (medidas fiscales incluidas) que se dio a los países europeos para paliar las desgracias pandémicas, bélicas y energéticas no ha llegado a los hogares más pobres; solamente el 12 %. pero es que el Fondo Monetario Internacional ha alertado sobre lo mismo. Pero aún hay más: lo destinado a acelerar la transición energética apenas llega al 1 %.
Tomemos nota del algo más a añadir a la desgracia de los pobres: entre las ayudas no vinculadas al nivel de renta de los hogares y las que se destinan a empresas suponen el 88 %. Eso es de lo que se quejan los dos extremos de los dineros: dinero y deducciones (son cuestionables los ayudas universales para mitigar el cambio climático y no adecuarlas a los niveles de renta) para los ricos y las migajas para los pobres.
No digamos ya con el asunto de la inflación galopante. Interfiere en la vida de los más pobres mucho más que en la de los ricos. Cuando hay expertos gabinetes de economía que dicen que habría que dedicar la mitad de los dineros a parar la inflación de quienes viajan en transporte público y son economías familiares muy débiles. Lo peor, que nos descalabra del todo es que más del 54 % de los dineros se vayan a subvencionar el empleo de combustibles fósiles. Suponemos que será una medida «muy transitoria» pues al paso que vamos el cambio climático se frotará sus apéndices con estas medidas. Lo de impulsar el gasto militar con estos dineros parece una aventura de alcance equívoco, pero dejamos la interpretación para posteriores fases de la guerra de nunca acabar desarrollada por Rusia en Ucrania. También se ceba con los más pobres y no hace sino aumentar desigualdades por el mundo donde extiende sus tentáculos.
NOTA: En EAPN encontrarán detallada la cuestión de la pobreza y el riesgo de exclusión.