Ahora a vivir de la despensa ecológica

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El pasado día 12 habríamos consumido en España todo lo que el sistema tierra-aire-agua y social que nos corresponde habría sido capaz de generar durante el año 2022 completo. O dicho de otro modo: si todos los habitantes de la Tierra llevasen nuestro tren de vida ese día se deberían cerrar los supermercados de recursos ambientales. Lo dicen los cálculos del Global Footprint Netword, criticados por ciertas entidades que tienen intereses varios en la dinámica comercial. Nuestra huella ecológica no debería haber ido tan allá, pero aquí estamos echando mano de la despensa, bien sea propia o ajena. Cada año que pasa la fecha del sobrepaso se adelanta, la de España y la mundial. Y claro, hay que utilizar para vivir el remanente que durante tantos centenares de años fue generando el sistema global, que no sabemos cuánto durará.

La despensa ambiental es la depositaria del tiempo. En algunos lugares nació con esplendores varios mientras que en otros solamente exponía limitaciones. Para quienes no estén muy puestos diremos que para calcular el día del sobrepaso se tienen en cuenta dos cuestiones básicas: la biocapacidad de la Tierra (cantidad de recursos que el planeta puede generar ese año en las grandes áreas como las tierras de cultivo, las dedicadas al pastoreo, los enclaves forestales, las zonas de pesca y también las tierras edificadas. El segundo concepto que se emplea para ese cálculo es la huella ecológica, es decir, cuánta superficie de estas áreas productivas necesita determinada población (la de un país o la mundial) para “producir todos los recursos que consume y al mismo tiempo absorber los desechos que genera”.

Entre todas las despensas, que se rellenaban más o menos según lugar y otras circunstancias, componían el ecosistema Tierra, que cada vez se siente más vacío de valor. El asunto no afecta solamente a España, por desgracia. Si mal no recuerdo, hace unos 50 años, ese día del sobrepaso mundial se establecía alrededor del 30 de diciembre. Desde entonces la fecha se ha adelantado más de 200 días. 

Vamos a suponer, aunque sea mucha benevolencia, que gobiernos, empresas y ciudadanía quieren ponerse a trabajar para devolverle parte de lo robado al planeta. Hagan todo lo posible, pero sepan que las ONG ambientalistas no tienen dudas en que este déficit de esperanza de vida global es debido, entre otras causas, al actual modelo de producción y consumo. Generador además de buena parte de la crisis/emergencia climática y de la destrucción a ritmos acelerados de la biodiversidad.

Ahora viene la moraleja: si sabemos qué lo provoca cómo somos incapaces de reducir esos qué. La fábula de Jean de La Fontaine «La encina y la caña» venía a decir, más o menos, que en momentos de adversidad y problemas, la soberbia tumba incluso a los menos débiles. Por contra, el ejercicio sencillo y comprometido de la vida que practican los sensatos y humildes la sostiene.

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