La gente da por supuesto que vive segura, o tiene miedo a preguntárselo. Cuando sucede la catástrofe, el ambiente se llena de funestos presagios.
La reciente explosión y las consiguientes emanaciones tóxicas de una industria barcelonesa han puesto de manifiesto el riesgo vital que supone congeniar seguridad de la población y actividad industrial potencialmente peligrosa. Por esta vez se ha resuelto sin demasiados costes humanos y ambientales. Pero, ¿estamos preparados para solventar situaciones más complejas? Solamente a título de anecdotario: Minamata en Japón (1932), Seveso (1976), Bhopal en India (1984), Chernóbyl (1986), Al-Mishraq en Iraq (2003), etc.