Cambio climático

La polí(é)tica climática de los vencedores en las elecciones

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Las elecciones de ayer en España suponen una buena ocasión para renovar el proceso de la adaptación climática. En este cometido no caben medias tintas sino alianzas fuertes. Cuando escribo esta entrada desconozco los resultados del domingo. En un día no cambia nada y puede cambiar mucho, por más que las elecciones estén restringidas a territorios concretos. El poder de lo pequeño es importante para contener la crisis climática, en la que no vale esconderse en la poca trascendencia de lo minúsculo e individual; en que lo deben hacer todo las grandes empresas y los gobiernos. Por eso me apenan los ausentes debates sobre la movilidad o las ciudades resilientes que tanta falta hacen en la vida urbana, o la gestión del agua cada vez más escasa.

Como parte integrante de toda esa gente sin poder político, deseo que quienes triunfen en la elecciones lo hagan también en la mitigación climática; que lleven a cabo una reflexión crítica sobre el presente y el desconocido futuro, que para la ciencia tiene demasiadas incógnitas reveladas delante.

Es tiempo de pensar en común, porque algo de común tendrá el destino. Un grupo de profesores y profesoras, que incluye miembros de las comunidades educativas (Teachers for future  España), junto con unas cuantas asociaciones ecologistas enviaron una carta a los partidos políticos antes de las elecciones. Sirve de maravilla para las mujeres y hombres elegidos, tanto en un pequeño pueblo como en la CCAA con más habitantes. En la carta se pedía que expresasen su visión y compromiso frente a la emergencia climática. Quería proponerles que se implicasen en la pedagogía de la esperanza climática, asumiendo medidas contundentes.

Al decir de los periodistas que siguen a las candidaturas por toda España, solamente algunas personas, más en partidos políticos que obtendrán pocos escaños, recalcaron la necesidad de que la sociedad se parase a pensar y repensar en el cambio climático, que unido a la falta de agua cuándo y dónde se necesita puede hipotecar la vida. 

El resultado de las elecciones es la (a)puesta del presente y del futuro en manos de quienes nos representan. Se han escuchado estupideces ambientales en boca de algunos partidos, otros ni siquiera han abierto la boca para pronunciar crisis climática. Más bien al contrario: más consumo, más coches, más crecimiento, más movilidad urbana e interurbana, más turismo insostenible, más felicidad a raudales desentendiéndose del medioambiente sin importar las consecuencias, etc. Como si ofrecer e incentivar todo esto en la ciudadanía fuese un símbolo de su patriotismo. Lo peor es que ese patriotismo viene impregnado de un individualismo sin límites.  

Sospechamos que les costará asumir la poliética climática. Nos atrevemos a proponerles que busquen alianzas con el objetivo de aunar visiones diferentes de la vida colectiva. ¿No podría ser la lucha contra las crisis sobrevenidas con el cambio climático el eje sobre el cual se organizan esas alianzas? No es cuestión de ideologías sino concertación de acciones que a todos benefician. Al fin y al cabo se trata de mejorar la cotidianeidad, ¿no? Al menos eso predicaban durante la campaña electoral.

El utilitarismo económico de lo individual debe apartarse del diálogo poliético. Hay que poner en primer lugar la cultura (cultivo) de la vida buena para cuanta más gente mejor. Caminando hacia la mejora de la crisis climática es cuando se aprende a ser, porque se contrasta presente con futuro. Reflexionando sobre el actual estilo de vida nos daremos cuenta de que así no tenemos asegurada la vida buena. Hemos perdido mucho tiempo en pelearnos; ahora tocan aliarse. Seguro que cualquiera de nuestros ediles y miembros de los parlamentos dirían un estruendoso NO a la mala perspectiva que presagian los factores añadidos a la crisis climática. Entonces, ¿por qué no aunar esfuerzos en la contienda climática? Sobre ella ni vencedores ni vencidos tienen argumentos para desentenderse. La grandes obras requieren sacrificios de la ciudadanía. Qué mejor manera de invocarlos dando ejemplo de alianzas multiperspectivas. 

Si así se actúa se construye un argumento para la convivencia. Alguien que esto lea considerará iluso a quien lo escribe. Pero ¿no es la mejora de la vida colectiva una pretensión de la mayoría de las personas, de la cual se beneficiarán individualmente? Pues eso: mucha ética global en la política de las alianzas climáticas, porque dentro de una democracia participativa son posibles; la política debe sustentarse en la ética. La coherencia ecosocial está por encima de los partidos. ¡Qué bien vendría esa visión positiva! 

Chuflas al medioambiente, que somos todos

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Océanos de plástico que nos rodean y apenas preocupan, es como si quisiésemos burlarnos de los peces y otras criaturas marinas. Luego no importa que los microplásticos vengan envueltos en el pescado que nos comemos. A veces los países ricos somos «cuidadosos» y los enviamos a varios países pobres como si fuera una ayuda al desarrollo para dar trabajo a unas gentes que enferman en sus montañas de plástico, en sus ríos contaminados hasta más no poder.

Calores odiados que nos achicharran porque el medioambiente global, que no tiene fronteras, se desajustó por unos llamados gases de efecto invernadero. Calores ninguneados por los negacionistas y retardistas que desdicen con sus argumentos pueriles lo que la ciencia lleva tantos años demostrando. ¡Vaya cuchufleta más estúpida! 

Otra que va. Desde la guerra de Ucrania los subsidios a los combustibles fósiles -esos que dicen que consumidos son unos de los principales impulsores del cambio climático- no hacen sino aumentar, superando el billón de dólares, lo que supone el doble del año anterior. No es chufla mía; lo dice la Agencia Internacional de la Energía (IEA). La contaminación del aire urbano que tanto quebraba la salud ciudadana pasará al olvido porque la Cumbre el Clima próxima, a instancias de la presidenta de Madrid, va a proponer el «Madrid model»: macetas en los balcones -al menos 6 por familia- para la absorción del dióxido de carbono. Se multará a las viviendas que no las tengan y se gratificará a las que sí. Así se podrán eliminar las zonas restringidas al tráfico urbano, que tanto daño hacen al mundo comercial. Otro notición: se instalarán maceteros biodegradables con plantas ad hoc en todos los edificios gubernamentales de la UE. El modelo zaragozano, poner pérgolas con plantas de plástico, solamente ha sido aplaudido por quienes están por reciclar ese material.

Rechufla esquiable la de la Diputación Provincial de Huesca y del Gobierno de Aragón. Pretendían invadir con pilonas y más cosas uno de los pocos espacios casi vírgenes -ejemplo de valle en U glaciar- que quedan en los Pirineos. Para más cuchufleta quería hacerlo con los dineros verdes de la UE. ¡Menos mal que han dado marcha atrás!, por ahora. Sin duda debido a la gran chiflada de gente de ciencia, de los habitantes del territorio, de la ciudadanía aragonesa, de algún soplo de la UE, de las plataformas varias de la defensa de la montaña. Esperemos al resultado de las elecciones pues el PP ya nos ha anunciado su «requetechufla esquiadora» si gana.

!Qué el Parque Nacional de Doñana está casi seco! No pasa nada. Se hacen muchos más pozos y se seca del todo. Así no correrá peligro esa macro urbanización que el Gobierno andaluz quiere aprobar en terreno inundable. De paso habrá más hectáreas para cultivar. Por el agua no hay problema. La llevarán desde el sistema Tinto-Odiel-Piedras y así llegará entintada -dicen que con tóxicos- para darles color a las fresas. Lo que venga después, ¡vete a saber! Por si acaso, las comparsas del Carnaval de Cádiz ya han tomado nota.

Las gentes de SEO-Bird Life dicen que nos quedamos sin pájaros: el 37% de las especies que reproducen en España están sufriendo reducciones en su población. No hay problema; también reciclaremos el plástico coloreado y pondremos al menos seis gorriones en todos los cruces de caminos de la España transferida al olvido que somos. Además de seis golondrinas en periodo primaveral y veraniego, que el resto del año quedaría feo y no pintan nada. Cuervos dicen que no, por la infundada manía que les tiene la gente, que hasta los convirtió en insulto.

Pero para chufla descomunal la de un cartel electoral para las autonómicas en Murcia que, más o menos, dice: para salvar el Mar Menor vota al PP. Será que se han puesto como penitencia resucitar aquello que dejaron morir a base de echarle vertidos tóxicos.

¡Qué los ríos no llevan agua! No hay problema. Construiremos enormes pantanos exprés muy grandes que almacenarán agua de mar desalada. Pero solo para la España costera, que es donde vive mucha gente. La del resto, poca y muy dispersa, que se las arregle como pueda; siempre lo han hecho en la España desauciada. Como compensación se pedirá la declaración del agua como patrimonio inmaterial. Al menos hasta que los dioses se amparen y dejen de hacernos cuchufletas. 

Además España no debe preocuparse por la energía consumida en departamentos estancos: díganse domicilios, alumbrado de ciudades, consumos de empresas, etc. Se instalarán molinos de los enormes (unos 300 metros) en cada plaza del pueblo. Las iglesias tendrán en los tejados placas fotovoltáicas, como los campos de fútbol donde se celebran competiciones internacionales. Así seremos la envidia del mundo entero; a quijotes molineros no nos gana nadie. Se me olvidaba, las placas solares también cubrirán los secos embalses, para evitar la evaporación por los calores que dicen nos esperan. Lo de la energía de movilidad todavía no lo han resuelto pero pronto llegará. Están a la espera del llamado hidrógeno verde, ¡qué está más verde..!

Y tanto hablar del medioambiente nos habíamos olvidado de todos nosotros, de usted. ¿Cómo se calificaría: colapsista, negacionista u optimista, o directamente creyente. ¿Del medioambiente o de las personas?, y esto no va de chufla. Por cierto, el disfrute de un medioambiente lo más saludable posible sirve a todos pero a nadie pertenece. ¡Qué pena que no lo expresara una mente lúcida! ¿O lo dijo Rachel Carson, en La primavera silenciosa?

P.D.: Decimos todo esto con tiempo, dos semanas, para preparar los cohetes del Día del Medio Ambiente, el 5 de junio en los países ricos, y los cañones de luz verde que coloreen los edificios oficiales de toda España urbanita.

Los grandes contaminadores del aire se ríen del cambio climático

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Por aquí, incluso profesores de universidad, se resisten a hablar del cambio climático, incluso les cuesta admitirlo como conjetura. El problema no es solo suyo pues imaginamos a sus alumnos y alumnas perplejos al escuchar semejantes hipótesis. Las tendrán que aprender y quién sabe si les servirán solamente para aprobar o les durarán más tiempo.

Uno, que ni siquiera es ya profesor, se ve exonerado de culpas en lo que afirma en este blog o fuera de él. En esta ocasión va a hablar de personas que respiran, asunto que no pueden evitar. Hay cambio climático, según aseguran los científicos del IPCC -imaginamos que todos no estarán comprados por lo divulgadores de la emergencia como afirman los negacionistas y los retardistas-; en buena parte debido a los Gases de Efecto Invernadero. Que no solo hacen eso sino que acortan la salud y la vida de los niños según denunció recientemente la EEA (Agencia Europea del Medio Ambiente).

Lo de se ríen no sé si está bien puesto, pero cómo llamar a quienes a sabiendas de que está mal lo siguen haciendo, mintiendo o incentivando. Incluimos esta imagen del WIR para que se hagan una idea de cómo va la cosa en emisiones per cápita. Aquí están los principales responsables actuales del desaguisado climático.

Emisiones per cápita | Gráfico por WRI 

Es para ponerse a temblar si se multiplican las emisiones per cápita por el número de habitantes de cada país. Pero claro, como uno quiere ser crédulo de que va disminuyendo piensa que se han acabado los subsidios a los combustibles fósiles, y resulta que no. De modo que también somos nosotros los que nos auto reímos de nuestra desidia, al no sentirnos partícipes de la solución. Lo explica mejor este mapa que hemos tomado prestado de climática.lamarea, en donde se ve la subvención de combustibles totales, incluidos los destinados a la generación de energía eléctrica . ¿Será por eso que se me ríen cuando hablo de la vida feliz con fuentes renovables?

¿De modo que en el año 2022 los combustibles fósiles han estado más subvencionados que nunca? No hay quien entienda nada. Menos mal que el carbón (coal) ha desaparecido de esa lista perturbadora. Al final todos adoptaremos la estrategia del avestruz, simpleza mental que se va generalizando.

No nos olvidamos del calor aumentativo y su distribución en áreas superpobladas gracias a esta animación de Carbon Brief.

La sed infinita de deseos acuosos, siempre insatisfechos

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Los límites del ser se amontonan con el no ser. Nada es nadie si le falta el agua. La sed pasajera torna en infinita. Lo infinito no se desea con rotundidad ni se sabe qué es. El agua infinita no existe pero la vemos por todas partes en quienes la poseen sin esfuerzo. Será la sed un presagio de algo malo o una prueba para prepararnos para algo distinto. ¡Sed o no sed, he ahí la cuestión! Por ahí hay sed de los pobres que se palía con unos cuantos litros, que nunca llegan a los 60 que se definieron como derecho humano. Sed de los ricos que no pueden ser más ricos porque sienten sed, que no la tienen como los pobres. 

¿Cómo esquivar la sed infinita se preguntaba el poeta? Porque si es infinita no se agota nunca, cual plaga bíblica. ¿Y si no la mandan los dioses de dónde viene? Todo -qué es todo- es un árido desierto donde la vegetación se oculta, o acabó engullida por la sed. La sed infinita que anidó en aquellos cerebros humanos sin sentirla. Como aquel emperador que dijo que no se comparte ni la sed, que rompió el vaso porque estaba seguro de que nunca más sentiría la sed. O aquel otro que no supo nunca lo que era la sed y cuando la encontró la mando encarcelar en pozos exclusivos. O el más previsor que se empeñó en cavar un pozo antes de tener sed. 

Sed en mayo que ni la diosa latinoamericana Direjna (La abuela Grillo) soluciona con sus cantos. Sed en mayo que padece mucha gente, como aquel mezquino que vivía dentro de un río del que no podía beber. La sed de ricos que cuanto más se bebe más se siente. Ya lo dice el refrán: por San Andrés mata tu sed chica, grande o como esté.

Sed que no se considera contenido escolar a pesar de ser experiencia vital.

Sed nada saludable. Sed biodiversa que diezmará poblaciones y alimentos; y aniquilará algunas especies, o muchas. Por cierto el sábado se dedicaba a llamar la atención sobre las aves migratorias, que ahora son menos por el cambio climático y la sequía.

Sed de perdido en el desierto de Forges, de la Aguatinta de El Roto -una galería de la sed humanizada-. Sed de libertad de Alberti, o aquel otro que afirmaba que la sed de verdad es insaciable. Sed africana que no llega a ser sed, pero ojo como migre al primer mundo. Allá que se las apañe. Cómo descifrar aquello que dijo Carlos Ruiz Zafón de que uno no sabe lo que es la sed hasta que bebe por primera vez, a lo que Julio Cortázar le hubiera añadido lo de que la sed está antes que la saciedad y vale mucho más. Si alguien bebe mucho siente más sed que aquel que bebió poco. Padecer la sed nos humaniza pero no nos convierte en seres más humanitarios con aquellos que viven en la sed permanente. La sedienta esperanza de no sentir sed. ¿Comprenderemos de una vez que la sed era esto?

Pero nos quedamos con la belleza infinita de aquello que expresó Amélie Nothomb en Cosmética del enemigo: No sabe lo que significa tener tanta sed y no tener derecho a beber mientras el agua fluye ante la mirada de uno, hermosa, salvadora, al alcance de sus labios. El agua te es negada a ti, que acabas de atravesar el desierto, por la incongruente razón de que no eres de su agrado. ¡Como si el agua tuviera derecho a rechazarte! De la mano vendría García Márquez para recitar aquello de que «después de siete días sin tomar agua, la sed es una sensación distinta, es un dolor profundo en la garganta, en el esternón y especialmente debajo de las clavículas. ¿Alguien se identifica con este Relato de un náufrago, en el que nos hemos movido para llegar a la sed parcialmente provocada por nosotros? Esa sed infinita que siempre la hemos sentido aunque tirásemos el agua. Sed tan grande que se hizo imperio.

El despilfarro de la energía «verde» nos electrocuta.

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Lo de verde está entrecomillado porque es una simplificación de la energía renovable y se vende con ese color aunque su generación haya sido más negra que el carbón. No solo lo decimos los agoreros, sino que hemos leído en El Economista que, debido al incremento de plantas eólicas y solares, parte de la energía renovable que se produzca dentro de dos años no se podrá suministrar por falta de redes evacuatorias. De hecho, Red Eléctrica se ve obligada ya a desconectar plantas generadoras de energía verde porque los cables ya no admiten más. Resultado de la ecuación energética: previsión y anticipación = 0. A la vez que esto sucede, China dominando todos los procesos: desde las tierras raras al ensamblaje de los chips en los paneles.

Mientras tanto los usuarios de esta energía la compran «verdeada» por las comercializadoras, para atraer más consumidores y consumo, cuando pensábamos que de lo que se trataba era de reducir. ¡Qué bien nos embaucan! Eso sí, la noticia alardea de que aquí solo hemos pasado de tirar 0,1% a hacerlo el 1,2% de la energía (un aumento del 500 %), lejos aún del 5% de una red eficiente que marca el reglamento europeo. Como siga el despilfarro, se electrificarán las redes sociales para decir que el Gobierno actual, y los de las CCAA, inundan de molinos y huertos solares la España toda vaciada y a la vez tiran la energía que producen. Mal ejemplo para la ciudadanía que se quedará con el discurso vacío y menospreciará aquello de que todos debemos ajustar la energía que consumimos a las verdaderas necesidades. Tampoco necesitamos tantos parques eólicos o fotovoltaicos para que las suministradoras se forren expoliando nuestra tierra para ganar dinero exportando kilovatios fuera. Eso se llama despilfarro territorial. Como ejemplo los megaproyectos que tanta contestación suscitan en Teruel, y no solo ahí.

Pero aún hay más sobre el asunto. Parece ser que lo del hidrógeno esta muy verde. Hemos leído que el anunciado canal de energía del hidrógeno entre Portugal y Francia (BarMar o H2Med) supondrá una inversión superior a 2.500 millones de euros. Ante la cual, grupos de expertos y ambientalistas han reaccionado calificando lo absurdo de semejante despilfarro económico, energético, y, no es lo menos importante, por las dudas de su viabilidad técnica. Es más, se alude a la baja eficiencia energética del hidrógeno. Lo afirma el instituto de investigación independiente Hydrogen Science Coalition. Para esta institución  «la producción y transporte de este vector energético usando energías renovables supone perder hasta un 80% de la energía utilizada para la producción».

Aun así, los promotores se empeñan en el «tira p’alante aunque todo espante». Lo cual critica La red Gas No Es Solución, formada por más de 30 asociaciones ambientalistas entre las que están Ecologistas en Acción, Fundación Renovables, Greenpeace, Transport and Environment, etc.

P.D. que no sé si viene mucho a cuento pero me lo pedía el pensamiento crítico del despilfarro inútil. ¿Alguien se imagina cuánta energía verde se podría suministrar a los súbditos cuasi británicos en pobreza energética en los países de la Commonwealth of Nations, con los gastos de los fastos de la coronación de Carlos III- una de las mayores fortunas del mundo- el sábado pasado y días siguientes? ¡Anda que si sumásemos los desperfectos ambientales – bastantes celebridades viajarían en jets privados- generados por todos los asistentes de dentro y de fuera del Reino Unido, incluidas las más de 2.000 celebridades!; siendo que el nuevo rey se postula como defensor de la naturaleza (sic). Pero un día es un día, diría mi tía Pepa, y las televisiones nos entretuvieron al devolvernos al mundo feudal y a los relatos principescos de los cuentos de nuestra niñez. ¡Y nos sentimos felices, al menos por fuera!

Cultivar más tierra para alimentar, ¿cómo y a quién?

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Todavía estábamos reflexionando sobre el Día de la Madre Tierra, que este año tiene por lema «Invertir  en nuestro planeta», cuando hemos leído una alarmante entrada en Carbon Crief que nos ha impactado por sus consecuencias. Dice que conservar el 30 % de suelo más o menos protegido ante la invasión humana se antoja muy difícil. Esta tarea se ve dificultada porque la colonización de tierras protegidas, ante el empobrecimiento de otras masacradas, por los cultivos ha aumentado considerablemente. 

Un estudio de publicado en Nature Sustainability , encuentra que las tierras de cultivo se han expandido a un ritmo «alarmante» en las áreas protegidas entre 2000 y 2019. Otro dato escalofriante: la tasa anual de expansión de las tierras de cultivo creció hasta 58 veces durante casi dos décadas. Lo cual constituye una grave amenaza para la biodiversidad. Hay que recordar una vez más en este blog que «todos somos biodiversidad», por activa o por pasiva.

En la actualidad existen unas 200.000 áreas con algún tipo de protección. ¿De qué sirven? piensan en España algunos gobiernos de CC.AA. que quieren eliminarlas con la excusa de que son inútiles económicamente, incluso deficitarias. Pero claro, quienes así las ven solamente piensan en dineros. Pero son nuestro salvavidas porque almacenan mucho dióxido de carbono, salvaguardan la diversidad y atemperan un poco los desastres climáticos.

No olvidemos que casi todos los países del mundo se comprometieron a conservar el 30 % de la tierra del mundo y el 30 % de los océanos para 2030, entre otras cosas en la cumbre de biodiversidad COP15 en Montreal el año pasado. En realidad sería un aumento significativo. En la actualidad, dice un informe Protected Planet de marzo de 2023 , apenas el 17 % de la tierra y las aguas continentales del mundo son actualmente áreas protegidas y conservadas.

Además, lo que en algunos lugares es una necesidad vital, pongamos por ejemplo extensas zonas de África castigadas por hambrunas continuadas, en otros son veleidades políticas demasiado atentas a grupos de presión. Los gobernantes no sienten pudor a la hora de vender algo que no es suyo. Aquí una breve reseña de la situación de España hace un par de años

Quién se acuerda de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano, 5 a 16 de junio de 1972, en Estocolmo. 51 años después no hemos conseguido los objetivos de entonces. Por cierto, no se pierdan este interesante artículo sobre la tierra y el suelo en Europa: ¿hormigón urbano en expansión?

 

 

La sequía extraparlamentaria y etérea. Ensayo sobre la falta de lucidez

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Dicen que la sequía va a ser la previsible y continua tragicomedia social, el punto y seguido tétrico que marcará el futuro. Aseguran que junto con la contaminación urbana constituyen las dos grandes amenazas socioambientales. Tragedia por sus efectos, ahora solo se miran los económicos y de abastecimiento pero hay muchos más. Detrás de los males se parapetan los olvidos junto a desidias desorbitadas. Tal descompostura, peligrosa en sí misma, lo es todavía más cuando se ningunea en los parlamentos, tanto del Estado como autonómicos.

Todos sabemos que lo grave de la situación es la escasez crónica de agua meteorológica y la sobreexplotación de los ríos y acuíferos. Comedia intelectual, no apta para mentes sensibles, cuando las televisiones muestran imágenes hablando de la excepcionalidad de la sequía meteorológica que dibuja las sequías hídricas y socioeconómicas, cuando la escasez de precipitaciones es un distintivo de esta España nuestra; y tememos que se agrave con el cambio climático.

La ciencia meteorológica pronostica escaseces más abundantes. Y no es una profecía; son datos contrastados. El problema del agua es planetario pero con más nudos que las cuentas de un rosario, varios los tenemos que desenredar por aquí. Quienes quieran ampliar los argumentos tragicómicos revisen las viñetas de El Roto, una enciclopedia de la insensata percepción del agua no compartida que nos sirve para interiorizar, si queremos, cómo somos y lo que nos queda por aprender.

Si cada vez llueve menos y queremos más agua para más cosas -todas personas en el mismo momento- algo fundamental falla en la inteligencia colectiva. La demanda supera a la oferta año tras año, y la primera es acumulativa mientras que la segunda se contrae. Un mito del pasado que condiciona el presente, un singular juego entre los humanos y la naturaleza en sentido amplio. Ni las procesiones o novenas a los dioses hacen ya llover. Los secanos agonizan ya en abril. Ni con la posible lluvia bendecida evitan las maldiciones que su falta provoca. Porque mi sequía nunca será su sequía, defienden los gobiernos cuando se pelean entre ellos.

El final es el principio: no disponemos, ¿cada vez menos?, de suficiente agua para contentar a los demandantes presentes y futuros. Es un problema de percepción social: debemos adaptar nuestras demandas a la escasez de agua disponible porque lo contrario es una estupidez, y además es imposible. La sombra de la escasez es cada vez más alargada; en algunas localidades los bomberos reparan un poco el abandono en este mes de abril. Los parlamentos, la mayoría de los ayuntamientos, desdeñan hablar racionalmente de uno de los mayores conflictos sociales de nuestro día a día. Acaso se lanzarán unos cubos de agua teñida de improperios los unos a los otros. A riesgo de graves penas o multas como les sucedió a los manifestantes climáticos ante el parlamento español.

El agua se tornó extraparlamentaria porque debió planificarse y no puede vestirse de adornos efímeros, como esos planes de cuenca que hacen negación de las previsiones meteorológicas, y climáticas. La mirada de quienes la demandan se hace hosca; nunca les dijeron los gobernantes que deberían vivir entre las limitaciones de la naturaleza que vive en su desentendida entropía. Los mismos gobernantes de cualquier lugar que ahora sólo hablan de quienes les quitan el agua. ¡Qué difícil es robar el deseo de poseer! ¿Para cuándo un Pacto nacional por el agua como variable natural y social? Podrían intentarlo con vistas a las elecciones municipales y autonómicas, pero la falta de lucidez lo impide.

El esperpento de Doñana es un monumento mental a la falta de lucidez política. Se ha convertido en el hazmerreír hispano que viaja por todo el mundo, como antes lo fue a escala mundial la tragedia del ex mar de Aral planificada por los megalómanos soviéticos o la actual del lago Salado estadounidense. La forma de abordar el epílogo de Doñana por el Gobierno andaluz es el epítome del agua etérea, fotocopiada en casi todos los parlamentos autonómicos con problemáticas ligadas a la “bendita agua”. Para su escarnio -más el de los demás- discuten del agua infinita, de su agua negada a los otros, quitada a los ríos, al resto de los seres vivos y los acuíferos; de la no vista. Sin darse cuenta de que el agua de la que hablan se guardaría en una cesta con los mimbres descompuestos, como sucede en Almería y estará Doñana, que a este paso adquirirá la tragedia mundial a la altura del Mar de Aral o el Lago Salado. Todo por un puñado de votos rurales, o de dólares, tan fílmicos como mostraba la película dirigida hace 60 años por Sergio Leone y protagonizada, entre otros, por Clint Eastwood. Al final, la mala gestión de agua provocará ahogos de dimensiones varias. Y no es una profecía ni una amenaza. Sequía somos todos, podría ser una película denunciante.

La sequía sencilla y sentida, nada etérea sino muy real, que dedicó José Mª Hinojosa a Luis Buñuel:

Los árboles negros,
cruzan
sus ramas,
pidiendo
un poco de agua.

Los árboles negros,
clavan
su mirada,
en el cielo.

A los árboles negros,
no les cae agua,
y casi secos,
fijan sus ojos
en la tierra sin jugo
y sin aliento.

La Caesaraugusta macetera

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Uno tiene la fortuna de vivir en una ciudad bimilenaria. Famosa desde tiempos de Augusto, ahora quiere sentirse moderna. Por eso se ha apuntado a la iniciativa de la Unión Europea Cities2030, que más o menos significa que será climáticamente neutra -qué palabra tan poco comprometida- en carbono. Traducido al lenguaje que la gente entiende se propone algo casi milagroso: la resta entre lo que emite de dióxido de carbono -eso que tanto se huele en sitios como la plaza de Aragón y otras muchas calles- menos lo que es capturado por seres diversos de los maceteros y los parques absorberán dará cero. Estos últimos se tragarán las porquerías del aire y las convertirán en el milagroso oxígeno que todo lo cura. Por eso los ediles de la muy noble, inmortal y ahora neutra ciudad han decidido protegerla con “seudobosques” limpiadores. O lo que es lo mismo, murallas anti contaminación, cual si fuera una orla. Será por eso que ha recibido el IV Premio de Buenas Prácticas por la Biodiversidad por su gestión de la Infraestructura Verde, otorgado por la FEMP. 

El César Augusto orlado (M. M.)

Por cierto, el Augusto César -que dio nombre a la ciudad- no sale de su asombro ante esa especie de pérgola verdosa que le han colocado delante, cual si fuera la corona de laurel que con tanta gloria portaron los emperadores romanos por todo el Mediterráneo. Hasta teme que sustituyan la rama de laurel y la de palma del escudo de la inmortal ciudad por ese remedo poligonal abierto sustentado en pies maceteros. ¡Anda que si supiera que su verde imperial está plastificado! Suponemos que todo no; que el plástico será autóctono y de proximidad -no vendrá de la lejana China-, fabricado con material reciclado, reciclable a posteriori. Dice el noticiario zaragozano boca a boca que esos espacios verdes han sido regalados por una asociación de comerciantes para embellecer la trama urbana (sic).

Volvamos a las plantas ornamentales. Son algo así como la naturaleza domesticada y restringida. Antes eran domiciliarias, ahora son ciudadanas y descansan en maceteros, algunos con enjundia histórica, como esos que completan la silueta de la virgen y los que simulan un zigurat mesopotámico. Los árboles con los que el ayuntamiento engalana la futura ciudad verde son lo mismo pero a lo grande. No, mejor, porque son de disfrute colectivo, porque adornan las calles y por la cantidad de gases malos que se van a chupar. Algunos tendrán que trabajar a destajo.

Las buenas intenciones de los ediles por ser ciudades climáticamente neutras, o con neutralidad -otra palabra de significado ambiguo- suponen grandes compromisos en movilidad urbana y uso de la energía; así como una probada conciencia de la ecodependencia. Hay que aplaudir que se/nos hayan embarcado en la iniciativa. Siempre va bien ponerse metas. Pero, dado que por ahora están tan lejos, no sabemos si la Unión Europea nos aplaudirá en el año 2030. Algo parecido, los retrasos en la tarea, aportan Madrid y otras ciudades CITIES2030.

Pero las ambiciones reverdecedoras de los ediles deben llevar pareja una educación de las y los zaragozanos. En primer lugar hay que explicar cuantas veces sea necesario que Zaragoza se ha comprometido, pensando en la ciudadanía, a limpiar su aire para hacer la vida urbanita más saludable. Necesita convencer, buscar la complicidad, de colectivos empresariales y comerciales, para que se impliquen en construir una ciudad más habitable y resiliente; también de todas las personas y los colectivos sociales. Seguro que el ayuntamiento de la capital ya tiene preparados grandes y continuados programas de Educación Ambiental, internos para la institución y para toda la ciudadanía. Así, con el tiempo podrá añadir las iniciales M.R. (muy resiliente) y M.NE. (muy neutra) a las que ya hay en las dos ramas (laurel y palma, homenaje y victoria) que circundan al león de su escudo. 

La rendija climática a punto de cerrarse

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Los informes del IPCC (Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático) suponen la puesta en valor de la ciencia aplicada a la ciudadanía. Se elaboran a partir de millones de datos acumulados por grupos de investigación de todo el mundo. A pesar de estas fuentes documentales, de las reuniones que se convocan para contrastar datos y concertar qué y cómo sucede, por ahí están los negacionistas que ya se empeñarán en decir que todo eso es mentira. ¿En base a qué? A nada. Esa siembra de posiciones contrarias alimenta la dejadez ciudadana que, consciente o inconscientemente, huye del problema como hacen los políticos de la mayor parte del mundo. A algunos, en España y Aragón también, se les llena la boca de cambio climático y sostenibilidad a la vez que siembran actuaciones contrarias a la sensatez climática. Lo saben en el IPCC, por eso han presentado el “Resumen para los responsables de formulación de políticas”.
Vayamos al grano de lo que dice la ciencia. El sexto informe del IPCC, conocido el mes pasado, será el último hasta el año 2030 en el cual se rendirán cuentas definitivas. Viene a confirmar las sospechas: el ritmo y la escala de lo que se ha hecho hasta ahora es insuficiente; se han perdido unos años valiosísimos para frenar el cambio climático. Tal está el asunto que Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, utilizó un oscarizado símil fílmico para exigir que se acometa sin demora “todo, en todas partes, y todos a la vez” para detener la deriva climática en forma de desatención política. La Agencia Internacional de la Energía no se ha quedado atrás en las urgencias: nada de cualquier desarrollo que implique el aumento de consumo de combustibles fósiles. Pero claro, la evidencia a veces ensordece a quienes más deberían hacer: China y EE.UU. a la cabeza y todos los países ricos detrás.
La sordera climática mundial va en nuestra contra. Pocos periódicos de España recogieron la presentación del informe en primera página. Es más, mañana ya ni se hablará del asunto. En el mismo informe se dice que el colosal aumento de los fenómenos meteorológicos extremos tiene su génesis en el cambio climático. Sus consecuencias dejan a millones de personas expuestas a una inseguridad alimentaria aguda; también a una seguridad hídrica reducida. Los mayores impactos adversos han recorrido todo el mundo, en especial lugares y/o comunidades en África, Asia, América Central y del Sur. Especialmente graves para los pueblos indígenas que producen alimentos a pequeña escala y para los hogares de bajos ingresos en todo el mundo.
Pero el informe deja abierta una rendija por donde se puede colar la justicia climática, empujada por las mitigaciones de las emergencias actuales, por la acción gubernamental y ciudadana. El presidente del IPCC subrayaba al presentar el informe que una actuación global rápida, hoy y no mañana, aseguraría más equidad social, en especial en lugares altamente vulnerables al cambio climático, donde habita casi la mitad de la población mundial. Allí los episodios de origen atmosférico como inundaciones, sequías permanentes, tormentas o ciclones han provocado una cantidad de muertes 15 veces mayor que en los sitios occidentales más preparados para hacerles frente.
También opinan en positivo personas que han elaborado el informe. Si se llevan a cabo reducciones considerables y rápidas en la utilización de combustibles fósiles –lo cual no es suficiente pues persistirán muchos gases de efecto invernadero ya presentes en la atmósfera- es posible que se consiga una desaceleración lenta de la temperatura, que sería perceptible dentro de un par de décadas. Con ello se mitigarían efectos y se podría favorecer la adaptación de la ciudadanía en general. Pero para lograrlo son necesarias fuertes inversiones como las del Pacto Verde Europeo. ¿Quiénes poseen los recursos suficientes? Los países ricos deben cumplir su obligación comprometida con los pobres que se concretaba en aportar unos 100.000 millones de dólares anuales.
¿Pero querrán la justicia climática todas esas empresas energéticas que han multiplicado sus ingresos tras la guerra de Ucrania, aquellas que ya sabían el daño que hacían y a pesar de eso seguían impulsando sus productos contaminadores? Si no lo hacen, la rendija de la ventana se cerrará cada vez más.

  • NOTA: Este chispazo fue publicado como artículo en La Firma de Heraldo de Aragón el día 4 de abril de 2023. 

 

Quiénes serán los paganos de las renovables, aparte de la España olvidada

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Esto de los paganos tiene una lectura múltiple, compleja en sus interacciones bien o mal intencionadas. Lo mismo puede referirse a quienes pagangeneralmente por abusolas cuentas de resultados o las culpas ajenas. Pero también aquellas personas o entidades que nada creen sobre que las renovables sean la penúltima salida al actual embrollo. Así como a quienes aparentan creer y su manera de actuar es una pose, porque por detrás pecan en cantidad desorbitada. Entre estos últimos estarían en primer lugar las energéticas que se tiñen de mentiras verdes, que vacían los bolsillos ajenos para llenarse cada vez más los propios. Esas que anuncian lo de «pásese a la energía verde», pero solo la nuestra. Ojo con aquello que digo el semidios pagano: todas las energías verdes son renovables, pero no todas las renovables son verdes. Y ahí por en medio están los paganos, por acción, omisión y repercusión.

Unos paganos son los espacios no comercializados de la España olvidada, la rural donde casi nunca pasa nada. La Celtiberia ancestral que aún conserva rincones casi vírgenes. A por ellos!, parecen decir las energéticas, con el beneplácito o mirada de espaldas de las administraciones. Pronto todo se convertirá en un huerto de intereses paganos, esos que no creen en la diosa Naturaleza. Pero los pagadores, si los hay, se olvidarán de los territorios de siempre. Mala fortuna!, que diría sin hablar el personaje de El Roto. Allí hasta los horizontes son paganos, rotos por esos enormes molinos que ni siquiera el Quijote hubiera imaginado en sus más calenturientos delirios. Más si el hidalgo manchego viese el mapa de macroproyectos renovables de España. Sigue valiendo aquello de «renovables sí, pero no así».

Todo buen pagador cuenta sus dineros antes de acometer una obra; no sea que casi acabada no la pueda disfrutar porque se ha arruinado. Cuando pensábamos que todo estaba bien calculado leemos la noticia de que el Director General de IRENA (International Renewable Energy Acency, Francesco La Camera, manifestó en el Diálogo de Transición Energética de Berlín (BETD), que es necesaria una corrección fundamental del rumbo en la transición energética al exponer su informe Previsión de la Perspectiva de las Transiciones Energéticas Mundiales 2023. Copiamos literalmente: World Energy Transitions Outlook Preview advierte sobre una dramática falta de progreso y pide un cambio estratégico en la transición energética para mantener el objetivo climático de 1,5 ° C. 

Aún hay más: se necesitarían unos 35 billones de dólares US hasta 2030 para realizar una verdadera transición energética. Pero además la falta de progreso no hará sino aumentar las necesidades de inversión; cuánto más tarde peor y más caro. Y más claro aún: si queremos un mundo 100 % renovable en energía hay que ponerse las pilas, es una metáfora mental. Nada/todo es verdad o mentira; todo/nada depende del cristal con que se mira. Una lectura a la verdad y la mentira en forma de debate, antiguo pero que continúa, entre Daniel Lacalle vs Jorge Morales de Labra en El Periódico de la Energía. ¿Al final, quienes serán los paganos de esos 1.000 euros que se apostaron?

Para quienes necesiten más precisión pueden consultar las Estadísticas de capacidad renovable 2023, también de IRENA. Y también pasarse de vez en cuando por la página de la Fundación Renovables, que se actualiza permenentemente. 

Casi se nos olvida. La Red Española de Ciudades por el Clima, con la colaboración de la oficina española de Cambio Climático, acaba de publicar unas trabajadas Recomendaciones para poner en marcha una comunidad energética local. Suponemos que servirán para dejar en paz a la olvidada España rural. 

La Canal Roya: santuario emocional del arte de la naturaleza

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Escondido en el Pirineo aragonés, este valle glaciar -en donde las formas geológicas en U adquieren la categoría de sublime- ha permanecido a salvo de las intromisiones humanas que tantos entornos naturales han destruido. Su conservación es un deber moral que nosotros tenemos con las generaciones futuras. Su alteración no admite un sí condicional que supuestamente aminore los destrozos. Tiene la protección del NO rotundo, porque no se puede vender algo que a todos pertenece y de nadie es, ni en el espacio ni en el tiempo. Porque no se puede destruir por un barrunto el arte de la naturaleza.

Ahora, el Gobierno de Aragón pretende autorizar que sea hollado por unas autopistas teleféricas y diversas construcciones. Lo aprueba con urgencia aludiendo al interés general; ¿de quién y de cuántos es ese interés? La sociedad Aramón sería la beneficiaria, un trueque inexplicable del dinero público al bolsillo privado. Pero además ese dinero procede de una iniciativa europea llamada NextGenerationEU (NGEU) de la UE, que pretende dedicar el 30 % del presupuesto plurianual de la UE (2021-2028) a inversiones ecológicas. ¿Caben en este santuario de biodiversidad y geología sublime inversiones para romper los atributos de ecología casi virgen que reúne?

Dice el Gobierno de Aragón, junto con la otra impulsora que es la Diputación Provincial de Huesca (DPH), que semejante inversión ayudará a revertir la despoblación que (no)soportan ahora los valles de Tena y la Jacetania con la misma intensidad que otras muchas zonas-comarcas de Aragón. ¿No sería más adecuado utilizar esos 24 millones de euros que se quieren gastar ahí en apoyar centenares de proyectos de agroganadería ecológica y pequeño comercio local, brigadas de aprovechamiento forestal  y protocolos contra incendios, de movilidad sostenible en el ancho y despoblado territorio aragonés?

Todo esto en un contexto de crisis climática que pone en cuestión que dentro de unos años el dominio esquiable -el quid de la cuestión en esta desmesura gubernativa- se vea enormemente reducido o directamente imposible, que se limite a unos pocos días. Ya está sucediendo en los Pirineos y en los Alpes.

Frente al desatino que se quiere tramitar por vía de urgencia se han levantado voces que reclaman que el Pirineo no se venda. Desde plataformas ciudadanas y entidades diversas hasta centenares de científicos y científicas, grupos de investigación que se apoyan en evidencias irrebatibles en torno al calentamiento global. También muchas personas que habitan en montaña o agrupadas en colectivos montañeros. También gente famosa de la literatura o la música, o simplemente ciudadanos y ciudadanas sin renombre general pero con sentimiento de ética global. Para todas ellas este santuario emocional es un compendio de geología, biodiversidad y arte libre -como todo el que gestiona la naturaleza por sí misma- que hay que preservar como si fuera una catedral de credo universal. Aquí reside el interés general.

Aún queda tiempo de que se desestime el proyecto. Apelamos al Gobierno de Aragón y a la DPH a demostrar esa sensibilidad conservacionista que deben tener -ambas otorgan cada año sus premios de Medio Ambiente-. A ver si la Unión Europea nos echa una mano. De lo contrario la podríamos calificar como embustera por decir que protege la socioecología y a la vez permite intromisiones en espacios frágiles. Porque, parafraseando a A. Humboldt -un explorador y divulgador de la riqueza natural, pionero en el ecologismo global y anticipado al percibir el cambio climático- la comprensión de la Canal Roya proporciona un deleite intelectual y una sensación de libertad que ningún golpe del destino ni ningún mal inducido tienen derecho a destruir. El Anayet, ese pitón volcánico recuerdo de épocas lejanas, lleva mucho tiempo disfrutando de su posición de vigía de la Canal Roya. Con qué derecho humano vamos a robarle ese privilegio de mirada complaciente que el paso del tiempo le conservó. 

No obliguemos a la Ronda de Boltaña, Amaral -Labordeta y Carbonell desde donde quiera que nos observen- a cantarnos con triste emoción la destrucción de estos enclaves. Bastante daño emocional vivido nos quedó poemado y musicado en aquel «País perdido«, maltratado con silencios y olvidos, que nos avanzó la Ronda de Boltaña a partir del Sobrarbe abatido.

Estos días el agua poema, o no, los bosques

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No sé si fue casualidad o la coincidencia fue buscada. Pero el 21 de marzo, el día en el que medio mundo adora la entrada de la primavera -en realidad este año comenzó aquí a las 22:24 del 20 de marzo según el Observatorio Astronómico Nacional, o a las 16:33 del mismo día según el IGN, en ambos casos hora peninsular-, fue elegido como aquel en que nos acordamos de que vivimos gracias a la alianza entre bosques y agua (el día 22 pero aquí lo adelantamos), como si quisiéramos ver en ello algo de poesía emocional o pragmática. En tiempos, en mi clase, sabedores ya de que la primavera meteorológica comenzaba el 1 de marzo en España, se debatía qué era más importante, la una o el otro. Hubo casi unanimidad al asignar a la una la bondad de permitir la vida del otro, y de muchas más criaturas. Alguien recordó que se celebraba también el día de la poesía. Cómo queriendo decir que la primavera abre el tiempo de soñar despertares. ¿También en el Hemisferio Sur, en donde lamentan que su otoño no se comente en este día? Pero primaveras hay muchas, como bosques y aguas. Así tenemos:

La de la lluvia / la del aguanieve
La de las fuentes o la del rocío
La del océano / la del aljibe
La del diluvio o de la cascada

Resuena siempre, por más que no se pronuncie, aquella frase que debería figurar en muchos poemas de «el agua lo inunda todo». Sirve para colocarla majestuosamente en el origen de la vida, moja la vida poco a poco aunque a veces se desborde y acabe con ella; todo un poema de contrastes.

Será la fuerza del destino, si es que lo hay; otro poema por interpretar. Y en el principio de los tiempos fue así: la vida surgió en el agua y con el transcurso del tiempo se salió de sus mares y océanos y ayudó a llenar de bosques algunas zonas de la Tierra. El poema que escribiría la ciencia, que nos descubrió la poética del agua y los bosques. Los bosques «fabrican agua», o la retienen; un prodigio con viceversa. Aparece el destino, es un poema. A veces triste en la vida sin agua de miles de millones de personas; muchas de las cuales perdieron hace mucho tiempo los bosques. ¡Qué decir del agua en el mundo?

Toda el agua del mundo es un abuela
Que nos cuenta naufragios y fragatas
Que nos moja la sed y da permiso
Para seguir viviendo otro semestre

Me suena el eco de que ese mismo día se recuerda a las bibliotecas o a quienes en ellas laboran. Agua y bosques se unieron para formar la biblioteca de la vida, mucho más famosa incluso que aquella de Alejandría que el agua no llegó a socorrer del incendio que se la llevó por delante. Un bosque es como una biblioteca del agua, si la meteorología acompaña. Lo es porque alberga especies muy diferenciadas. ¿Quién se atrevería a afirmar que los bosques son solamente árboles? Son muchas criaturas que interaccionan entre ellas; también agua en el aire y suelo con agua entran en esta ecuación. Sin la una ni el otro no hay bosque, no hay poema que valga para vivir. Hay quien lo llama desierto o estepa, o cielo terrenal que el destino de los humanos no vio.

La crisis del agua incrementada en su virulencia secular por las afecciones del cambio climático, que ha desarticulado aquello que aprendimos en la escuela del ciclo del agua. Va donde menos se les espera y olvida territorios varios sin «esperanza para los 2.100 millones de personas que todavía no tienen acceso a agua potable segura, para 3.600 millones de personas sin acceso a saneamiento seguro; esperanza para 500 millones de personas que siguen practicando la defecación al aire libre y esperanza para 2.300 millones de personas que viven en países con problemas de agua”, diría el poema en prosa de la vida según la ONU. ¿Pero qué aguas mil?:

La del grifo / la mineral / la tónica
La del río / la dulce / la salada
La del arroyo / la del mar / la regia
La de las cataratas / la del pozo

La de Mario Benedetti, que ha circulado en forma de poema cíclico de vida plena de agua por esta entrada. 21 o 22 de marzo, qué más da; el caso es de vivir el agua y los bosques como un poema íntimo.

Sostenibilidad de plastilina

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El título queda completo añadiéndole “con fondo verde”. No se trata de un bodegón surrealista o dadaísta, sino más bien de una instantánea movida de una vida idealizada. Acaso ese mundo imaginario que parece una construcción constante de espíritus y formas diversos; el tiempo lo recorre sin parar pero nunca ajustado a aquello de horas, minutos y segundos. Se materializa cada momento de cada día, en cualquier lugar, siempre con atributos similares y muy diferentes interpretaciones. Por ahí transitan seres diversos, con inteligencias múltiples, con genéticas diferenciadas. Lo cuentan cronistas del pasado y del presente, adivinos del futuro. En verdad no resulta fácil el simple hecho de subsistir.

Pasaron los siglos y las diferentes corrientes humanas legaron rastros diversos, de los que en algún momento sentirían orgullo; a veces pena o desilusión. Cada uno buscaría un fin: más o menos dejar constancia del paso por el planeta o mejorar la vida, de pocos o muchos. En cualquier caso señales de que la mente y la existencia en sociedad interaccionan en diálogos complejos.  Comprender todo esto resulta complicado; unas señales u obras muestran el todo, otras sus partes.

Hace unos años apareció una luminaria llamada sostenibilidad. Esta tiene atributos de sus partes y a la vez debería percibirse, es, como un todo. Pero se nos ha tornado oscilante, contradictoria, en demasiadas ocasiones esquiva. No hay manera de estabilizar un consenso universal que la convierta en valor colectivo. Va y viene en la vida real como ráfagas de viento, de dirección cambiante. Algunas personas, ciertas instituciones, son capaces de mantener el sentido primigenio, pero quién sabe si esa postura no es una máscara de lo que debería ser. Ya hay voces críticas  que abogan por eliminar el término por su falsedad, como otros postulados ecosociales que se han convertido en no-conceptos. Muy asumidos por quienes ordenan la vida global. Muy cuestionables cuando se saltan protecciones naturalísticas para acoger iniciativas privadas desde supuestos no demostrados; los Pirineos esquiables por doquier, basándose en números inciertos y planes escritos con renglones torcidos como la inseguridad de disponer de nieve, valdrían como oscuro objeto de los deseos. Más grave si se emplea dinero verde europeo para perpetrarlos.

Hace más o menos un año publicaba en mi blog “Sostenibilidad: el discreto encanto de la impostada modernidad. El artículo lamentaba que bastantes administraciones o marcas comerciales venden sostenibilidad a raudales, sin importarles apenas el tipo de rastro que dejan en el pensamiento y la cultura de la ciudadanía. Quería lanzar un apremio para que se intentase completar las llamadas Agendas 2030; eso del “Pacto verde europeo”, pero de verdad. Avisaba de que estuviésemos a la escucha de quienes afirmaban poner todo tipo de ingeniería y logística al servicio de esa quimera que supone no dejar a casi nadie atrás en forma de energía comprometida y de sostenibilidad. Pero la construcción actual parece estar hecha con plastilina, remoldeable para componer ideales o fabricar artilugios diversos, al apoyarse en términos fetiche, poco creíbles en su proceso. Solo así se entiende que el Ayuntamiento de Zaragoza reduzca casi a la mitad su presupuesto de Educación Ambiental (EA) para la ciudadanía, el mejor camino hacia la sostenibilidad creíble. Parece un desaire internacional cuando se pertenece como otras seis ciudades de España a las 100  Cities 2030 de la UE. Además organizará del 21 al 23 de marzo el Conama Local 2023 (Congreso de Medio Ambiente en entidades locales) con sesiones para ver cómo proteger biodiversidad, luchar contra el cambio climático y otras lides ambientales. La EA lucirá media hora con la caduca señal de conectar con la naturaleza.

Construyamos algo sincero, combinando ética universal con salud y ecología, criticando los disfraces de la sostenibilidad de adorno. Impidamos que la acción política tenga un sentido único, influenciada por los hilos de los lobbies. Se nos olvidaba: gratitud eterna a quienes desde cualquier instancia o colectivo ecosocial luchan para que el mundo crea en la sostenibilidad o sustentabilidad basada en la coherencia ética, y a esa ciudadanía anónima que apoya de forma consciente y comprometida este proyecto.

* El artículo se publicó en Heraldo de Aragón el miércoles 15 de marzo de 2023, como una aportación más al debate público que la utilización del término/concepto Sostenibilidad genera en la sociedad española y en los medios de comunicación. También en Europa y en el mundo con la denominación de sustentabilidad. 

El mundo es un mundo de riesgos; el mayor ser mundo

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En verdad, nunca he sabido muy bien qué era el mundo. Unas veces pienso en superficies, otras en criaturas. ¿El aire que nos rodea es mundo?¿Y el agua superficial o subterránea? Qué pensar de la globalización, aquel invento maléfico que iba a salvar el mundo, pero en el camino condenaba a las personas. Cuando estoy más lúcido relaciono el mundo con el universo pero debe ser una perogrullada de esas que escribo, por más que se confunda en los libros de texto que utilizaban mis alumnos. Si lo limito a “todo el mundo es o hace” me veo un simplón de esos que sostienen el antropocentrismo a ultranza. ¿Acaso no somos todos un poco eso? Podríamos hablar de los riesgos que tiene en perspectiva el ecosistema mundo, pero hoy nos vamos a centrar en la especie humana: variopinta, universalmente diferente, egoísta con quienes no son personas y más ahora con guerras y atrocidades de desigualdades varias que emponzoñan el mundo del pensamiento. Me hago varias veces la pregunta si los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo pertenecen a ¿nuestro? mundo. Porque al decir de F. Nietzsche el mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación, que digo yo que serán muchos.

Hay riesgos medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos. Hoy mismo traerán a escena varios de ellos los medios de comunicación serios. Puede que alguno quepa en este gráfico que traigo aquí. Según muestra hay riesgos que cambian de importancia con el transcurso de los años. No sabemos la razón por la cual desaparece la crisis del costo de la vida de la proyección de 2 años a la de 10. Lo que si vemos, si se cumplieran estas previsiones, realizadas con datos del Foro Económico Mundial, los problemas ambientales coartarán la vida del mundo en conjunto dentro de diez años.  A ver si lo ven ahora tan enigmático como los formulaba un pesimista Mark Twain hace 100 años «Y así va el mundo. Hay veces en que deseo sinceramente que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco». No creemos que se apoyase en previsiones objetivas pero la frase describe una parte (geográfica, humanitaria, de derechos y desigualdades) del mundo de hoy.

Pero remendemos siquiera por un momento la tristeza, no deseen que se pare el mundo y bajarse de él como le ocurrió alguna vez a Mafalda, que ponía sobre el mundo un cartel con la frase «CUIDADO. Irresponsables trabajando». Hagamos nuestras propias previsiones y revisémoslas pasados esos diez años, si es que entonces son/somos mundo. De qué puede servir esa idea de «ponga un mundo» en sus pensamientos. Esa idea me surge una y otra vez cuando admiro la pintura Un mundo, de Mª Ángeles Santos que dicen fue la sensación del Salón de Otoño de Madrid de 1929. Se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid; me pregunto si no imagina un complejo y reinterpretable mundo dentro de muchos mundos. ¿Barruntaría o sabría ya aquello de la crisis mundial? ¿Estarían en su cabeza los riesgos futuros del mundo? ¿Las figuras que revolotean serán los inmigrantes que huyen de «su» mundo buscando el «nuestro»?

Terminamos con una frase del genial Mario Benedetti que tantas veces nos acompaña: No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando), ya te dije que el mundo es incontable.

 

Eficiencia energética. ¡Mande pues!

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El mande va por Forges, porque en su recuerdo encontramos muchas veces inspiración; por aquello de que el humor se vende sin receta prescrita y en formatos diversos. «Mande!» se presta a la respuesta callada como diciendo que no me he enterado bien o cuesta tal esfuerzo que tardaremos en ponernos en marcha. Leí en una ocasión que el «Mande!» era el estandarte de la pereza, en otro sitio que era la desidia con estrambote. Aunque en México tiene algo de obediencia. De ahí, no sé como, me pasé a buscar de qué iba eso del mandeísmo, una especie de no religión que todavía se cultiva por Mesopotamia. Dicen que todos mandeístas son gnósticos; pero tienen sus principios.

Lo de la eficiencia energética es porque ayer mismo, 5 de marzo como el año pasado por estas fechas, se conmemoraba el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Toda institución que se precie nos lo recordó ayer. Como apreciamos mucho lo que hace Oxfam nos aprendemos bien sus trucos, lo explican en la guía que se puede descargar, para ahorrar energía y comprar productos que consuman menos, sean más eficientes. Que aunque seamos unos «mandaos» no nos escabullamos con el «Mande!» 

La ONU (UN environnement programme) nos avisa de que «la producción y el uso de energía es el mayor contribuyente individual al calentamiento global, y representa aproximadamente dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero inducidas por el hombre». Por cierto, discurriendo mucho podría pensar unos minutos en qué ahorraría energía, y a la vez ser en su vida más eficiente; no es lo mismo. Ahorrar suena más, lo de eficiente, esa palabreja que inunda el lenguaje del siglo XXI con vistas al año 2030, ya no está tan claro. Mejor todavía si en su domicilio acuerdan un protocolo de eficiencia energética. Dialoguen, y además de ser eficientes ahorrarán cantidad de euros, dejen de ser unos «mandaos» y actúen como lo haría la ciudadanía en 2030. O se es más eficiente en el uso y consumo de todo o… No se haga el «Mande!». Mejor piense en el sentido mexicano para hacer lo que nos dicen la gente que sabe de eficiencia energética y la sitúa como la principal fuente de energía, y la más limpia.

La Junta de Andalucía lo celebró con imágenes de diseño. Pero yo me quedo con La huella ecológica de Carmela, disfrútenla. ¡Y que mande la eficiencia energética!