Infancia

El mundo es un mundo de riesgos; el mayor ser mundo

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En verdad, nunca he sabido muy bien qué era el mundo. Unas veces pienso en superficies, otras en criaturas. ¿El aire que nos rodea es mundo?¿Y el agua superficial o subterránea? Qué pensar de la globalización, aquel invento maléfico que iba a salvar el mundo, pero en el camino condenaba a las personas. Cuando estoy más lúcido relaciono el mundo con el universo pero debe ser una perogrullada de esas que escribo, por más que se confunda en los libros de texto que utilizaban mis alumnos. Si lo limito a “todo el mundo es o hace” me veo un simplón de esos que sostienen el antropocentrismo a ultranza. ¿Acaso no somos todos un poco eso? Podríamos hablar de los riesgos que tiene en perspectiva el ecosistema mundo, pero hoy nos vamos a centrar en la especie humana: variopinta, universalmente diferente, egoísta con quienes no son personas y más ahora con guerras y atrocidades de desigualdades varias que emponzoñan el mundo del pensamiento. Me hago varias veces la pregunta si los inmigrantes que mueren en el Mediterráneo pertenecen a ¿nuestro? mundo. Porque al decir de F. Nietzsche el mundo real es mucho más pequeño que el mundo de la imaginación, que digo yo que serán muchos.

Hay riesgos medioambientales, geopolíticos, sociales y tecnológicos. Hoy mismo traerán a escena varios de ellos los medios de comunicación serios. Puede que alguno quepa en este gráfico que traigo aquí. Según muestra hay riesgos que cambian de importancia con el transcurso de los años. No sabemos la razón por la cual desaparece la crisis del costo de la vida de la proyección de 2 años a la de 10. Lo que si vemos, si se cumplieran estas previsiones, realizadas con datos del Foro Económico Mundial, los problemas ambientales coartarán la vida del mundo en conjunto dentro de diez años.  A ver si lo ven ahora tan enigmático como los formulaba un pesimista Mark Twain hace 100 años «Y así va el mundo. Hay veces en que deseo sinceramente que Noé y su comitiva hubiesen perdido el barco». No creemos que se apoyase en previsiones objetivas pero la frase describe una parte (geográfica, humanitaria, de derechos y desigualdades) del mundo de hoy.

Pero remendemos siquiera por un momento la tristeza, no deseen que se pare el mundo y bajarse de él como le ocurrió alguna vez a Mafalda, que ponía sobre el mundo un cartel con la frase «CUIDADO. Irresponsables trabajando». Hagamos nuestras propias previsiones y revisémoslas pasados esos diez años, si es que entonces son/somos mundo. De qué puede servir esa idea de «ponga un mundo» en sus pensamientos. Esa idea me surge una y otra vez cuando admiro la pintura Un mundo, de Mª Ángeles Santos que dicen fue la sensación del Salón de Otoño de Madrid de 1929. Se encuentra en el Museo Reina Sofía de Madrid; me pregunto si no imagina un complejo y reinterpretable mundo dentro de muchos mundos. ¿Barruntaría o sabría ya aquello de la crisis mundial? ¿Estarían en su cabeza los riesgos futuros del mundo? ¿Las figuras que revolotean serán los inmigrantes que huyen de «su» mundo buscando el «nuestro»?

Terminamos con una frase del genial Mario Benedetti que tantas veces nos acompaña: No vayas a creer lo que te cuentan del mundo (ni siquiera esto que te estoy contando), ya te dije que el mundo es incontable.

 

Eficiencia energética. ¡Mande pues!

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El mande va por Forges, porque en su recuerdo encontramos muchas veces inspiración; por aquello de que el humor se vende sin receta prescrita y en formatos diversos. «Mande!» se presta a la respuesta callada como diciendo que no me he enterado bien o cuesta tal esfuerzo que tardaremos en ponernos en marcha. Leí en una ocasión que el «Mande!» era el estandarte de la pereza, en otro sitio que era la desidia con estrambote. Aunque en México tiene algo de obediencia. De ahí, no sé como, me pasé a buscar de qué iba eso del mandeísmo, una especie de no religión que todavía se cultiva por Mesopotamia. Dicen que todos mandeístas son gnósticos; pero tienen sus principios.

Lo de la eficiencia energética es porque ayer mismo, 5 de marzo como el año pasado por estas fechas, se conmemoraba el Día Mundial de la Eficiencia Energética. Toda institución que se precie nos lo recordó ayer. Como apreciamos mucho lo que hace Oxfam nos aprendemos bien sus trucos, lo explican en la guía que se puede descargar, para ahorrar energía y comprar productos que consuman menos, sean más eficientes. Que aunque seamos unos «mandaos» no nos escabullamos con el «Mande!» 

La ONU (UN environnement programme) nos avisa de que «la producción y el uso de energía es el mayor contribuyente individual al calentamiento global, y representa aproximadamente dos tercios de las emisiones de gases de efecto invernadero inducidas por el hombre». Por cierto, discurriendo mucho podría pensar unos minutos en qué ahorraría energía, y a la vez ser en su vida más eficiente; no es lo mismo. Ahorrar suena más, lo de eficiente, esa palabreja que inunda el lenguaje del siglo XXI con vistas al año 2030, ya no está tan claro. Mejor todavía si en su domicilio acuerdan un protocolo de eficiencia energética. Dialoguen, y además de ser eficientes ahorrarán cantidad de euros, dejen de ser unos «mandaos» y actúen como lo haría la ciudadanía en 2030. O se es más eficiente en el uso y consumo de todo o… No se haga el «Mande!». Mejor piense en el sentido mexicano para hacer lo que nos dicen la gente que sabe de eficiencia energética y la sitúa como la principal fuente de energía, y la más limpia.

La Junta de Andalucía lo celebró con imágenes de diseño. Pero yo me quedo con La huella ecológica de Carmela, disfrútenla. ¡Y que mande la eficiencia energética!

 

 

La competencia para vivir la sostenibilidad

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Hace más de 6 años ya que en este blog empezamos a hablar de sostenibilidad, que no de sostenible. Pueden comprobarlo con una sencilla búsqueda y encontrarán las muchas esperanzas y a la vez dudas que nos ha suscitado.

Sostenibilidad se nos antoja mucho como habilidad. Ha irrumpido en el mundo de las palabras fetiches, mágicas, que con solo pronunciarlas, o adosarlas a cualquier lema o producto tienen inmediatos efectos sanadores. Pero llevada a la vida entra en el reino de la paradoja porque significa tanto competir con alguien o algo por más que sea un peligro y, a la vez, viene marcada de incumbencia que a todos afecta. Además de pericia, aptitud ante algo e idoneidad para enfrentarse a una situación que no se ha buscado. 

Resulta complicado llevar a cabo simplificaciones sobre un tema tan complejo como sostenibilidad, vivencia ciertamente utópica. Una máxima incierta en un mundo tan diverso y desigual como el actual, pleno de anuncios comerciales o políticos que la nombran. La sostenibilidad sería en sí misma una entelequia, pero es que además buena parte de lo que tenía su sentido primitivo ha sido manoseado en grado sumo en pocos años; los que lleva entre nosotros. Tanto es así, que las depredadoras energéticas se han colocado como apologistas de la sostenibilidad (sic). Por eso, algunos ya hablamos de “sostenibilidad de plastilina con fondo verde”, cual si fuera un cuadro surrelista -¿irracional o absurdo?- o dadaísta -empeñado en contrariar al bien ser ecosocial-. En resumen, en tiempos era una entelequia compleja que quería conquistar uno o muchos mundos vivenciales, ahora olvidados o perdidos. Vaya desde aquí la profunda crítica a este enrevesado mundo distópico.

Pero claro, la sostenibilidad no está encerrada en un concepto como área protegida o reserva natural. Afecta a muchos ámbitos, con intenciones diversas y beneficios buscados. La troceada sostenibilidad produce pena a quienes imaginamos que el mundo debería dirigirse hacia postulados colectivos. Ya se sabe que el ecosistema ecosocial exige un abordaje sistémico. Pero no es costumbre afrontarlo así, porque no se entiende así; prima lo mío o lo nuestro. Nos tememos que si triunfan transiciones hacia la sostenibilidad se limitarán a ámbitos concretos (uso de la energía, movilidad, etc.), que siempre vendrán bien como abordaje parcial o como cuña de entrada en la cultura social escasamente proactiva, pero dudamos que remuevan la compleja transición ecosocial que tan bien nos iría.

¿Y si intentáramos, cada cual en su medida, representarla?

P.D.: Un año ya de la invasión rusa de Ucrania y del comienzo de la negación de la sostenibilidad en una parte importante del distópico mundo que busca la derrota antes que la paz.

No desperdiciar comida alimenta a los ODS

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No solo a esos objetivos que quieren ser el principio y fin de la transición global, sino que sirve a un conjunto ideológico trazado con interacciones de  muchos tipos que se llama ciudadanía global. Detrás de unas simples siglas está un estilo de convivencia y sentido de pertenencia a un grupo multiétnico, sin estamentos estancos. Claro que visto así parece una utopía pero tomémosla como el punto final de un proceso, que sin duda se verá sometido a continuos vaivenes. En realidad, la vida nos hace a veces infelices, por acción u omisión. Pero ahí reside la esperanza, en tramitar ambas estrategias con una comedida estampa vista en el espejo del futuro.

La sugerencia del chispazo de hoy ha sido la lectura de un artículo Todo lo que falta por hacer para frenar el “trágico” desperdicio de comida. En esta entrada recogemos parte de lo publicado en El Diario.es pero el asunto se ha tratado muchas veces y no avanza. Por eso lo traemos aquí. Una ley estatal, no nacida y sometida a presiones e incertidumbres, parece que regalará el supermercado alimentario, con evidentes grietas en la cadena de valor social. Pero el artículo destaca iniciativas ya en marcha. Tirar en casa un poco de comida no debe angustiarnos pero que hagan los mismo miles de millones de personas sí que es una tragedia. Por tres motivos fundamentales: unos tiran lo que otros necesitarían para alimentarse, unos tiran lo que ha costado mucha agua y energías para producirse, unos tiran y aumentan los residuos generados a los cuales hay que recoger y tratar, lo cual supone enormes gastos de energía.

El tema ya lo hemos abordado en este blog pero hemos de seguir hablando de algo que se está generando cada día de nuestra vida, es algo así como el diario del consumo individual. Hay quienes afirman que en todo el mundo se puede llegar a desperdiciar casi un tercio de los alimentos que se produce. Otros dicen que puede ser mayor. Dice el Ministerio de Agricultura de España que se tiran a la basura alrededor de 7,7 millones de toneladas de alimentos al año, en los últimos años ha descendido un poco; claro que todo ha sido por la COVID. Aquí un enlace a cantidad de números por año. Por eso ha puesto en marcha la campaña Aquí no se tira nada. Alimentos con siete vidas, en la cual diversas personas relacionadas con el mundo de la restauración dan contenido a los muchos fundamentos en que se basa. Merece la pena ver el documento en Youtube.

En fin, que debemos dar la bienvenida tanto a proyectos más locales como Alimenta ODS de Enraiza Derechos y Ecodes, o Red Alimenta. Tampoco estaría de más pasarse por AECOC (Asociación de Fabricantes y Distribuidores) y ver de qué va su campaña La Alimentación no tiene desperdicio”.  En fin, que si queremos llegar a las metas de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) hay que nutrirlos mejor. Se nos olvidaba: los niños, niñas y adolescentes entran en este propósito. Se educan también viendo y haciendo.

Y me pregunto: ¿Si tantas voces manifiestan lo mismo, por qué no logramos adherirnos a sus propósitos? Podría ser un consejo de endocrinología mental, si existiese ese nodo vital.

Ciudadano-a árbol: gracias por mejorar nuestra salud

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Amigo árbol, te llamo así por más que no sepa tu nombre y la familia a la que perteneces. Te debo gratitud, como a otras plantas y seres vivos que te acompañan en la ciudad, con los que interactuamos aunque no seamos conscientes de ello. Me gustaría hacerte un homenaje en representación de todos los ciudadanos que aman los árboles, que se sienten ecodependientes. Te dedico esta entrada, pues no soy nadie para hacer llegar una demanda ecológica al conocimiento de las autoridades. Como Machado, el admirado poeta de los árboles, aprecio la gracia de tus ramas verdecidas, tras un invierno poco amable. Y te sigo recitando el machadiano recuerdo «De los parques las olmedas/ son las buenas arboledas/ que nos han visto jugar,/ cuando eran nuestros cabellos/ rubios y, con nieve en ellos, /nos han de ver meditar».

El árbol, los árboles, son bastante más que sombra en la ciudad. Sostienen en torno a él, ellos, vida de otras criaturas, con o sin función clorofílica.  Forman parte de la ciudad regenerativa en su lucha contra el cemento monocorde. Y mira por donde, sin saberlo o quizás sí, están contribuyendo a que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles; que es lo que más o menos dice el ODS núm. 11.

Se cumple aquello de ¿aire limpio?, imposible sin árboles y otros organismos fotosintéticos. La ciudad como paradigma de la contaminación del aire, las zonas verdes empeñadas en disminuir su virulencia; la ecodependencia hecha vida porque no conoce fronteras. Los árboles constituyen/construyen una barrera ante las enfermedades. Conocido es el efecto de la llamada isla de calor -tan estudiado por el catedrático de Geografía José María Cuadrat, al que hay que leer para sostener la metáfora-. Calor acumulado en el asfalto y el hormigón, por la combustión de motores y las instalaciones de aire acondicionado. Dicen que en un día de verano en una ciudad mediterránea la radiación solar puede llegar a calentar el asfalto hasta los 75 ºC y el hormigón a 65 ºC, mientras que temperatura de la hierba no sobrepasa los 42 ºC. Ahí están los árboles y otros vegetales atemperando la temperatura urbana y protegiendo la salud de sus habitantes, desvelando su metáfora.

No más parques grises en la ciudades, se trata de renaturalizarlas como hace tiempo que nos proponen las gentes de Ecologistas en Acción, para lo que habrá que derrotar las limitaciones que imponen las tramas urbanas; verdes contra el gris del cemento. Porque plantar árboles purificadores de aire en la ciudad puede reducir un tercio las muertes por calor  y muchos más beneficios.

Habría que llevar este asunto a las juntas de distrito, a las reuniones de los ediles, al ideario colectivo de los urbanitas. Lo demuestra un estudio de ISGlobal de Barcelona, publicado en la prestigiosa The Lancet, en el cual se puede acceder al resultado de las 93 ciudades estudiadas. Enfatiza un axioma difícil de discutir: planificación, medio ambiente y salud van de la mano. La metáfora hecha vida. Te prometo aprenderme tu nombre y saber más de ti.

 

Cómo ha ido la educación 2021/22 en el mundo

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Nos hemos acostumbrado a leer el mundo en primera persona, en clave occidental o de organizaciones tipo Unión Europea, OCDE, Banco Mundial, etc. Pero ese mundo, mucho más fulgurante que el que tiene detrás o debajo, es un espejismo mundial. Tengo delante el Informe de seguimiento de la educación en el mundo 2021/2: los actores no estatales en la educación: ¿Quién elige? ¿Quién pierde? y no sé por dónde empezar el comentario. Esta publicación del Global Education Monitoring Report Team nos recuerda que la educación formal es solamente una parte del conjunto educativo que permite el desarrollo integral de las personas. Desde aquí se hace una llamada global, urgente en algunos casos, a los Gobiernos para considerar que la educación del futuro forma parte de un sistema global dentro del que evolucionan todas las instituciones, los alumnos y los docentes.

Dado que el deseado paradigma mundial que busca proteger, respetar y hacer efectivo el derecho a la educación de todos, las normas, la información, los incentivos y la rendición de cuentas deberían ayudar a los Gobiernos a incentivar este deseo. El informe sostiene que la educación financiada con fondos públicos no tiene por qué ser impartida únicamente por el sector público. Es más cuando se habla de la eficiencia o de la innovación escolar se debería pensar en la educación no formal o informal practicada por los diversos ámbitos sociales, por lo que será necesaria una transparencia continua y la integridad en el proceso de las políticas de educación pública, que eviten las injerencias  de ciertos intereses creados por los grandes grupos de opinión y consumo. Para ello serán convenientes unas formulaciones muy serias de políticas que analicen, cuestionen, las relaciones con los actores no estatales. En ámbitos tan fundamentales como  las coherencias o disfunciones entre: la equidad y la libertad de elección; el fomento de la iniciativa y el establecimiento de normas; grupos de diferentes recursos y necesidades; los compromisos inmediatos en el marco del ODS 4 y los que deben cumplirse paulatinamente (por ejemplo, la educación postsecundaria); la educación formal y otros sectores sociales.

En alguna otra entrada de este blog ya hemos comentado que disponemos, entre otras, de dos herramientas en línea que prestan apoyo al quinto Informe de seguimiento de la educación en el mundo. Una de ellas es PEER, un recurso para el diálogo sobre las políticas en el que se exponen las actividades y la normativa no estatales en los sistemas educativos del mundo; otra VIEW, un nuevo sitio web que consolida las fuentes y facilita nuevas estimaciones de la tasa de finalización de estudios a lo largo del tiempo.

Desde la UNESCO se procura consolidar la paz mediante la cooperación internacional en materia de educación, ciencias y cultura. Esta Agencia de la ONU está convencida de que los acuerdos políticos y económicos no bastan para animar el apoyo duradero y sincero de los pueblos. Al final del camino está una ética universal llamada paz. Esta debe nacer del diálogo y el entendimiento mutuo, la solidaridad intelectual y moral de la humanidad. Puesto que las guerras nacen en la mente de los hombres, es en la mente de los hombres donde deben erigirse los baluartes de la paz. Para quienes no están al tanto, más de 350 millones de niños y niñas son educados por actores no estatales que antepondrán o no el derecho a ser educados globalmente frente al consabido ejercicio del proselitismo.

A modo de síntesis, el informe subraya que: no hay ninguna parte de la educación en la que no participen los actores no estatales; la mayoría de las personas apoya la educación pública, sin embargo esta ha descendido en varios países de ingresos medianos y bajos; la educación pública no es gratuita; la educación no suele ser inclusiva; ningún tipo de proveedor –privado- presta servicios educativos de mayor calidad que el resto; la capacidad de regulación, control y aplicación de la ley tiende a ser escasa allí donde la necesidad es alta; Los gobiernos deben considerar a todas las instituciones educativas, al estudiantado y al personal docente como parte de un único sistema.

Me persigue la verdad cuando comunico sobre cambio climático. ¡Qué se le va a hacer!

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La incertidumbre energética es como aquella margarita de Benedetti, cuyos pétalos nunca se acababan de deshojar. Los pétalos eran iguales y a la vez diferentes, porque incluso la simetría depende del orden y el momento. Los pétalos tienen marcas invisibles para nosotros pero visibles e imprescindibles para los insectos o pájaros que visitan las flores, en su búsqueda de alimentos; necesitaríamos radiaciones especiales para verlos. La vida es un entramado dialéctico y de pensamientos. Tiene marcas que unos ven y otros no.

Tal es así que nos atrevemos a decir que estamos olvidando la saludable costumbre de la esperanza, no solo la verde sino la ecosocial que viene teñida de gris. Será porque cuando creíamos tener las respuestas a la gestión de las crisis energéticas nos cambiaron las preguntas. Verbigracia la guerra de Ucrania y la extraña gasificación posterior de la economía; ambas siguen aumentando nuestra incomprensión.

Será porque no entendemos los mensajes, plagados de verdades cautivas e ideas maledicentes. Tenemos cercana la COP27, esa que nos iba a alumbrar esperanzas climáticas. En realidad esperábamos que los gobiernos dejasen de ser los bolsillos de los contaminadores, como los llama climática.la marea, que identifica a los entramados lobistas españoles. Antes se valoraban y tenían alto precio las verdades, ahora intentan sepultarlas las mentiras enlatadas en verde, que anulan hasta lo que la evidencia científica dice. Hace unos días nos enteramos que la petrolera Exxon sabía, con datos científicos de investigadores propios, lo del cambio climático ligado al uso de los combustibles fósiles, pero lo ocultó para seguir incrementando sus pingües negocios.

Sonroja pensar en la denuncia que lleva tiempo haciendo la ambientalista ugandesa Vanessa Nakate acerca de los impactos de la crisis climática en el continente africano. Por cierto, fue ninguneada y borrada su imagen en el Foro de Davos 2020. Imaginamos que por ser activista ambiental, además de negra y mujer. O acaso porque denunciaba que “Europa solo haya empezado a despertar acerca de la emergencia climática tras sufrir en sus propias carnes fenómenos meteorológicos extremos, inundaciones e incendios forestales”. Luego hubo otras denuncias como la de The Conversation, de que en la COP27 el grupo de presión de los combustibles fósiles desplazó los llamamientos a la justicia climática. Otra más: el título de la crónica de la COP27 en este artículo de Antonio Albiñana es elocuente: COP27: Ganaron los lobbies. Cuando llegue la próxima cita planetaria se deplorarán nuevas catástrofes climáticas.

Me consuela saber que crecen las personas e instituciones que afirman sin tapujos que algunas mentiras energéticas se incrustan en el deseo de la transición ecológica global. Quienes propagan esas mentiras deberían ser perseguidos por la justicia y ser apartados de las reuniones de los mandatarios que gobiernan el mundo, llámense  OCDE, Banco Mundial, UE o el Word Economic Forum. 

ESTAMBROTE: Emiratos designa al jefe de la petrolera estatal, un presunto retardista climático, como presidente de la COP28.

COROLARIO: Va a ser verdad aquello que decía G. Orwell de que en época de engaño universal (como la que estamos viviendo) decir la verdad es un acto revolucionario. A lo que añadiría Jürgen Habermas aquello de que la verdad nunca está de parte de quienes publiciten más.

EPÍTOME: La energía más abundante y barata, con permiso del sol, es el ahorro comprometido por ser de interés social.

P.D.: Dicen por ahí que el jueves 26 de enero es el Día Mundial de la Educación Ambiental. ¿Ha pensado ya cómo conmemorarlo?

 

Zonas de bajas emisiones urbanas en diferido, a pesar del aumento de los daños a la salud ciudadana

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Parece ser que la cosa va lenta porque es difícil, por la falta de voluntad de los ayuntamientos respectivos o porque no se tiene fe en que ayuden mucho a mejorar la salud ciudadana. La realidad es que de los 149 municipios de España -todos de más de 50.000 habitantes- que debían establecer restricciones al paso de cualquier vehículo por zonas donde el aire está muy cargado de contaminantes (ZBE), muy pocos han cumplido con la obligación. Van casi siempre en diferido cuando se trata de apechugar con los problemas ambientales que la vida cotidiana genera. Menos a la hora de pedir dinero procedente de la UE. Sin embargo, otras ciudades como Pamplona o Pontevedra llevan años restringiendo el tráfico por zonas centrales y mejorando la salud general. De estas se habla poco.

Las superficies municipales declaradas ZBE más grandes son Madrid (más de 50 km2) y Barcelona (más de 100) mientras que son anecdóticas, como sucede en Sevilla (1 km2) y Zaragoza (medio), donde han puesto las señales prohibitivas pero poco más. De modo que el compromiso parece poco eficiente, pues ni en unas ni en las otras se trabajó en serio. Claro que la aprobación tardía del decreto que las regula por parte del Ministerio de Transición Ecológica, el pasado diciembre, no  ayuda mucho. Todo va en diferido menos los daños para la salud de los viandantes y habitantes urbanos. Es más, si hay ZBE no habrá sanciones, imaginamos que las administraciones se fían de la buena voluntad de los conductores para regularse. Sabemos que todo este asunto es complejo, pero puede dividirse en partes más simples, me parece que más o menos dijo R. Descartes. Viene bien en el tema de la regulación de la movilidad urbana.

Dicen quienes regulan que los conductores deberán proveerse de unas etiquetas que delatan el poder contaminador del vehículo. Desde la C (los más contaminantes y a la vez vetustos, hasta el 0 o Ecos (los menos). Pero claro, el parque automovilístico español es más viejo que la tana. No vemos mucho la televisión pero estimamos que la propaganda de las bondades de esta medida, las restricciones a la movilidad en vehículo, en forma de mejora de la salud global no han llegado a la ciudadanía. Las susodichas etiquetas las proporciona la DGT pero uno no las encuentra cerca de su domicilio. Imagino que si se encarga la DGT, tan diligente a la hora de comunicarte las multas por causas varias cuando conduces, debería llevar a cabo una información particularizada a los usuarios. Muchas gente está despistada y ni siquiera sabe de qué va la cosa. Menos mal (sic) que algunas ciudades como Zaragoza se proponen cumplir con el mandato en unos 18 meses, después de un periodo «didáctico y educativo».

Suspenso general para los ayuntamientos cuya obligación pasa por mejorar la salud de la ciudadanía. Seguro que tendrán departamentos técnicos que comprenderan aquello que decía ISGlobal de Barcelona: La contaminación del aire es uno de los riesgos ambientales más frecuentes que afecta el 100% de la población, desde el desarrollo intrauterino hasta la muerte.

¿Hace falta algo más para tomar medidas? La salud ciudadana nunca debe verse en diferido, ni se puede volver a emitir el programa de vida ni es conveniente retrasar su mejora. Permítasenos que desde aquí difiramos de las políticas de movilidad urbana; serán uno de nuestros argumentos a la hora de votar en mayo.

«Climate Trace» avisa: vaya trazas de abordar el cambio climático.

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Esto de las emisiones que nos envenenan el aire, y nos lo aumentan de temperatura, es un cuento de nunca acabar. Cada día surge algo nuevo que se amontona con lo anterior y deja sus trazas en la troposfera y más allá. En la baja troposfera estamos nosotros, que no nos libramos de los vaivenes de la alta, media o baja capa que cambia en su composición. Aunque sea en pequeños porcentajes variables, las nuevas emisiones son dañinas para el conjunto dinámico (lluvias desbocadas y sequías aniquiladoras, y por los efectos en la salud de las personas y de la biodiversidad.

Cansa hablar de lecciones repetidas, pero es necesario, bien sea porque somos oyentes no practicantes o porque nos importa un carajo un peligro que ahora no queremos ver. Esto ocurre aunque la ciencia diga que ciertos consumos de combustibles empuercan la troposfera; este año ha sido de récords. No hay quien entienda la trazabilidad de la vida en común. 

Conviene darse un pase por Climate Trace, más o menos la traza climática, para enterarnos de que la vida actual muestra trazas de peligros y exhibe grandes incertidumbres. Pero sin embargo mucha gente tiene unas trazas de vivir que parece que le importa un comino la calidad del aire que se respira y las posibles repercusiones en generaciones futuras. En la página que comentamos se puede acceder a un seguimiento independiente de emisiones de efecto invernadero, descargar datos de emisiones por sectores y países, comparar quienes van de cara o de reculas, de las más de 70.000 fuentes calificadas de altas emisoras de GEI, pueden acceder a un boletín de seguimiento del clima, etc. Y si se quiere le mandan a uno todas las novedades del seguimiento.

No olvidemos que el cambio climático está detrás de muchas incertidumbres, es el generador de buena parte de las distorsiones vitales.

ALERTA: La Comisión Europea quiere abrir ventanas de anti contaminación en forma de renovables en las zonas de protección ambiental con la excusa de la carestía del gas. Seguiremos la noticia porque no son trazas de hacer y deja demasiadas trazas de pensar. Mal ejemplo para la ciudadanía silenciosa, que tarda en percibir que las trazas de vida nunca siguen una línea recta, la distancia más corta entre deseos y realidades.

Los mapas que faltan en la escuela señalan vidas ocultas.

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Quien esto escribe siempre tuvo una admiración especial por los mapas. Leía en el periódico regional al cual estaban suscritos los abuelos una noticia de hechos singulares ocurridos por el mundo y buscaba en su Atlas mundial el lugar. Calculaba, a bulto, lo lejos o cerca que estaba de su pequeño pueblo. Al tiempo, seguía las peripecias de equipo de fútbol favorito en sus competiciones europeas. Tanto es así que el mapa político de Europa tenía trazadas líneas de colores con cada torneo anual. Por entonces, al atlas propio o los mapas de la escuela se limitaban a lo físico y lo político. Esto último concretado estrictamente a la división territorial. Qué por cierto era cambiante pues en su época de estudiante sucedieron muchas descolonizaciones y guerras. Aún recuerda las atrocidades contadas de la guerra de Vietnam, incluso sus ciudades y los nombres de los dirigentes. O aquella otra que sangraba el Congo belga, Katanga resuena todavía a diamantes. Eran mapas que confundían, con unos países sobredimensionados en el Hemisferio norte.

No relacionaba mapas con personas, a pesar de saberse todas las capitales de todos países del mundo, españolizadas en su expresión. Los mapas eran su lugar de evasión, sin llegar a concretar un deseo viajero excepto a Canadá, no recuerdo la razón. Por la razón que sea siempre quiso estudiar Geografía, sin soñar siquiera que existía una carrera llamada así.

Esta afición infantil y juvenil no acabó nunca. Pero con tiempo se interesó más por otro tipo de mapas diferentes a los estáticos: aquellos que indican cómo viven las personas circundadas por una líneas. A propósito de líneas se preguntó más de una vez por las rectas que demarcaban las fronteras de los países africanos, pareciendo un uso común que montañas o ríos separasen países como sucedía con lo Pirineos o los Alpes. El mapa no siempre es así, a veces se convierte en una metáfora de la vida. ¿Acaso no lo es el mapa de África?

Faltaban muchos mapas en aquella escuela de pueblo donde estudié los primeros cursos, pero ahora podemos decir que hay mapas en demasía, no porque sobren sino porque tanto el alumnado con la gente que no estudia no se molesta en sacarles a los mapas todo el juego que dan.

Particulamente me impresionan los mapas de las Agencias de la ONU, o los que emiten casi cada día varias ONG socioambientales; muchos denuncian situaciones calamitosas frente a posiciones de lujo. En realidad los mapas, bien mirados, son como una alegoría de lo imposible, porque difícil es encerrar en unos colores la cambiante dinámica social; aún así los actuales transmiten vida a quienes saben mirar. Hay mapas cambiantes como esos que nos aporta la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología) o la NOAA americana. Está por ahí el Eurostat en mapas, que es como tomarle el pulso a Europa.

Los mapas nos dan muchas ráfagas de vidas ocultas, de futuros inciertos Hoy queremos hablar de los mapas de Statista, que también se ocupa de gráficos actuales, que son como el complemento de los otros en un deseo de fotografiar el pulso del mundo. También se puede acudir a los mapas de el Orden Mundial.

Pongamos mapas en nuestra vida.

 

El agua no juega el mundial; no se clasificó por restricciones parlamentarias y mediáticas

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Cuesta reconocer el valor de algo que es básico. El agua, que poco cuesta, apenas asoma a nuestra preocupación a no ser que una catástrofe la seque o la inunde. Aquellos lugares con sequías y restricciones no tienen comentaristas acuáticos que enaltezcan a la población ante un hecho probado: sin agua no se puede vivir. La cobertura mediática sobre el mundial de fútbol celebrado en un lugar sin agua fácil -el dinero sobrante suple sus necesidades- está siendo extraordinaria, asfixiante para quienes buscamos la emoción en la manera de vivir de la gente, en reponer una parte de sus carencias; nos sentimos ciudadanos ahogados en un mundo sin apreciar el valer y el valor del agua.

En España, el agua sufre restricciones mediáticas. Bueno, ahora un poco menos porque hasta los grandes pantanos mueren de sed. En Barcelona han comenzado las restricciones al consumo, empezando por el agua estética de fuentes, piscinas y jardines victorianos hiper regados; pronto afectarán a toda el área metropolitana y nuevos usos. Llovió estos días apenas para mojar la tierra -excepto en lugares muy puntuales-, tierra sedienta que muestra su desnudez cuarteada en el P.N. de Doñana por los miles de pozos que lo secan.

El año meteorológico ha sido menguante, el año hidrológico una caricatura presente en el agua que atesoran los embalses y que dejan desnudos los ríos, al año social le traen una cadena de despropósitos por negacionismos y catástrofes varias. Pero el agua no jugaba partidos de clasificación en los parlamentos mundiales, en los españoles tampoco.

Nos gustaría que en las Cortes, en los parlamentos autonómicos, en los plenos municipales se hablase sin restricciones de agua, de su escasez, de prácticas que la malemplean. Pero una parte de sus señorías -fugitivas del agua- se lanzan diluvios descalificativos sobre cualquier tema, como queriendo ahogar con insultos a quienes no nadan como ellas. ¡Qué mal ejemplo! Luego se disculparán, o no, pero la mala educación que lanzan a borbotones impregna a toda la sociedad, que debería preguntarse a quién vota y para qué, antes de las elecciones de la próxima primavera. Porque el caudal de los derechos sociales también tiene una parte de agua.

Pero en otros muchos territorios sucede algo parecido. Avisos múltiples de los trastornos llegaron hasta de cadenas como la CNÑ que asignaba el protagonismo del cambio climático al hecho de que la sequía y el calor extremo castigaban a las economías más grandes del mundo al mismo tiempo. Cuando redacto estas líneas recibo un correo de Oxfam Intermón que dice «Y tú, que harías sin agua«, solicitando una ayuda para Mali. Adelante.

No hablar del agua como derecho humano, como vital argumento económico o ecológico lleva a trivializar la vida. Así en El Principito se recuerda que tras la visita al pozo para el aseo mañanero, el agua alumbra ya, es necesario ocuparse de la limpieza del planeta, pero también le preocupa la no agua de los desiertos. Allá donde el agua corriente o superficial se mantiene en suspense indefinido. Lo resume bien aquel poema de Wislawa Szimborska (no se lo pierdan si han llegado hasta aquí):

AGUA

Una gota de lluvia cayó en mi mano,
venida del Ganges y del Nilo,
de la escarcha del séptimo cielo en los bigotes de una foca,
del agua de los cántaros rotos en las ciudades de Ys y Tiro.
En mi dedo índice
el mar Caspio es un mar abierto,
y el Pacífico desemboca dócilmente en el Rudawa,
el mismo que revoloteaba sobre París como una nube
en el año setecientos sesenta y cuatro,
el día siete de mayo a las tres de la madrugada.
Faltan labios para pronunciar
tus nombres fugitivos, agua.
Tendría que nombrarte en todas las lenguas
pronunciando todas las vocales al mismo tiempo
y tendría que callar al mismo tiempo, por el lago
que esperó en vano cualquier nombre
y que no existe en la tierra, como no existe en el cielo
la estrella reflejada en él.
Alguien se ahogó, alguien te llamó mientras moría.
Fue hace mucho tiempo y fue ayer.
Apagabas casas, arrancabas casas
como si fueran árboles, bosques como ciudades.
Estuviste en las pilas bautismales y en los baños de las cortesanas.
En los besos, en las mortajas.
Royendo piedras, nutriendo arco iris.
En el sudor y en el rocío de las pirámides, de las lilas.
Qué ligereza en una gota de lluvia.
Qué delicadamente me toca el mundo.
Lo que, cuando quiera, donde quiera, haya pasado
está escrito sobre el agua de Babel.

 

 

 

 

Ecos de la Cumbre del Clima COP27: la poca etiqueta en los distintivos de movilidad urbana

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Es el momento de recuperar diálogos climáticos. De cosas pequeñas pero a la vez importantes. Al decir de la gente que sabe de esto, los distintivos ecológicos que se entregaron para permitir la movilidad automovilística en determinadas zonas urbanas se han demostrado manifiestamente mejorables, como otras etiquetas ecológicas. Otro tanto pasa con bastantes compromisos de mitigación y adaptación a la emergencia climática.

La etiqueta como vestimenta verde total debería entregarse a aquellos vehículos que en realidad lo sean. Según denuncia Greenpeace, pero también otras organizaciones (consumidores, ambientalistas, etc.), los distintivos de la DGT (Dirección General de Tráfico) dejan mucho que desear, parecen un “quiero pero no me atrevo a”. Ya venía protestando la OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) porque la DGT otorga la etiqueta Eco o Cero a ciertos vehículos, y lo viste de etiqueta, mientras que la niega a otros que considera no válidos al honor verde y sin embargo contaminan menos que los primeros que sí que la portan. Dicho chasco sucede porque para la “concesión de la etiqueta solo se tiene en cuenta la tecnología que usan los automóviles y no el impacto real de las emisiones que producen”.

Así, bastantes coches de alta potencia calificados como híbridos no enchufables contaminan más que aquellos coches pequeños que salen de fábrica con los nuevos motores ahorradores. Incluso los híbridos enchufables de gran cilindrada contaminan mucho más, una vez que agotan su batería (pasados unos 40 kilómetros). Pese a ello, gozan de etiqueta verde. Lo cual se nos vende en cantidad de cortes publicitarios en las televisiones, sobre todo por la tarde noche. Los de Greenpeace, activistas comprometidos, colocaron una gran pancarta en forma de etiqueta ecológica delante de la DGT con un texto claro y fácil de aprender: Eco tongo. DGT cambia las etiquetas ya.

Todo viene a cuento de que, al decir de los ecologistas, la DGT se ha plegado a las presiones de las grandes compañías del motor antes que a defender la salud de los urbanitas. Sepan que “los vehículos que funcionan con gas liberan «grandes cantidades» de partículas contaminantes y peligrosas, que según científicos de la salud están asociadas a enfermedades como el cáncer, el alzheimer o enfermedades cardíacas y respiratorias, además de contribuir de manera similar que los vehículos diésel o gasolina a la crisis climática”, según nos cuenta El Periódico de Aragón. 

Aún hay más, bastantes ayuntamientos de ciudades grandes no han sido capaces de delimitar zonas de bajas emisiones circulatorias, y por lo que suena no lo harán a tiempo de cumplir la ley. A pesar de que seguramente la contaminación del aire urbano está detrás de la muerte de unas 10.000 personas cada año en España. Su gestión merece la peor etiqueta. Por eso, no hace falta ir a la Cumbre del Clima de Egipto para saber lo que hay que hacer. Por aquí escondemos demasiados comportamientos en la sima climática. ¿A quién pedir responsabilidades? ¿Qué etiqueta le pondremos a los COP27 pasados unos años?

Reivindicamos desde aquí la celebración de cumbres por el clima urbano en cada ciudad, y después un acuerdo comprometido de todas las ciudades, al menos las grandes en cuestiones de movilidad sostenible. Queda tiempo antes de las elecciones municipales de analizar compromisos y concertar actuaciones. de reflexionar sobre la movilidad urbana y muchas más etiquetas ambientales. Y la ciudadanía repensar lo que significa votar en clave climática.

P.D.: Que no se nos olvide. Hace 20 años se produjo la catástrofe del PrestigeTambién los gestores de entonces se merecen la peor etiqueta, con la letra Z como distintivo permanente. Pero siguieron en la política sin pestañear ante «los hilillos» de chapapote que salían del carguero, que «ni siquiera iban a llegar a la costa».

Adioses y sueños climáticos faltos de reencuentros ecosociales

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Decía Mario Benedetti que había muchas formas de despedirse. Desde aquí queremos encontrarnos. Lo hacemos cada día aun con quienes no conocemos, aunque estemos lejos. La maneras de despedirse de Benedetti las copiamos para pensar en quienes como nosotros aspiran a la transformación social de la economía compartida, del medioambiente que son muchos y a la vez uno, todos con el entramado social. Soñamos que ha triunfado la lucha climática, que vamos por el buen camino. En él damos la mano a otra gente, y a la vez la espalda a los negacionistas. Entre unos y otros repasamos fechas clave en la lucha, reflexionamos sobre los motivos de los olvidos, desterramos el creciente «nunca lo conseguiremos», porque todavía debemos encontrar algunas hojas de esperanza si pensamos en quienes vienen detrás que abren los brazos para recoger nuestro legado.

Aunque a veces nos sintamos «colapsistas», porque el cambio climático se incrementa a velocidades catastróficas

Es una suerte que quede el abrazo emocional, las utopías que unen a gente del norte europeo con el sur africano, del este de Asia hasta el oeste americano. Lo que antes era un consuelo, mal de muchos satisfacción individual efímera, se convierte en la necesidad de que ojalá entendamos que el adiós al futuro no se debe pronunciar en estos cometidos sociales. ¿Saldrá algo de eso de la COP27? Porque, no queda otro remedio, los adioses pueden ser holas que vayan madurando con los días, que nos anuncien vivencias compartidas, el sur con el norte, el este con el oeste, y el centro por todos los lados, ya sean grandes ciudades o aldeas minúsculas.

Al contrario que le sucedía al escritor y poeta uruguayo queremos desear lo que ahora parece que no podemos tener: una menor intranquilidad climática por haber hecho bien las cosas, por haber despertado a tiempo, por desear lo que parecía que no se podía tener: un clima respetado y construido para bien, empujado por mitigaciones y adaptaciones varias.

Lo queremos presentar para que todo el mundo lo vea, lo entienda y desea luchar contra el destino marcado por quienes mandan y tienen sueños con un solo personaje. Esa lucha de personas anónimas, la mayoría no asisten a la Cumbre del Clima COP27 de Egipto, al menos disfrutarán siempre de la unión de fuerzas que es la argamasa de los recuerdos, también sabrán enfrentarse a las incertezas climáticas que nos seguirán acompañando. Pero los rebeldes ante la emergencia climática exprimirán una y otra vez el recuerdo de la lucha. Adioses y gracias Benedetti, y disculpas por haberte reescrito el poema Adioses. En defensa propia. Sucedió que leyéndolo se nos convirtió en un palimpsepto; algún duende había escrito antes en el papel sin que te dieras cuenta. Solo permaneció inalterable aquello de que «Exprimo nuestra vivencia/y no la dejo quedarse/ en el pasado».

Por todo lo escrito y mucho más, aunque la COP27 acabe desdibujada y nos despierte poca ilusión a quienes creemos en que mejorar la crisis climática es posible si existe voluntad de los que mandan y exigencia de la ciudadanía, reproducimos aquí Dale vida a tus sueños de Benedetti, cuyos sueños deberían llevar detrás el adjetivo climáticos, que ahora son un distintivo vital.

Dale vida a los sueños que alimentan el alma,

no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco.

No los dejes que mueran de hastío, poco a poco.
No les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,

tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos,

descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despiertos.

Gracias Maestro, aunque no sabemos si ahora mismo redactarías de idéntica forma tus poemas que hemos «reclimatizado».

SOS por la infancia: ¿El año más frío del resto de su vida?

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Niños y niñas que viven el futuro de hoy, ajenas en parte a lo que se encontrarán a la vuelta de la esquina. Sus sensores de calor marcan temperaturas individuales, suscitan protecciones diferenciadas. El calor es una magnitud convertida en sensación, y ya sabemos que estas maniobras confunden. Por eso, muchos niños y niñas ven mermada su salud, incluso en nuestros países ricos.

Pero quienes estudian las variables de cambio climático dejan a un lado las sensaciones ajenas o propias y evocan el futuro con magnitudes medibles. Ahí está Unicef que acaba de dar a conocer El año más frío del resto de su vida. Proteger a la infancia frente al impacto creciente de las olas de calor. Extractamos varias -algunas son copia literal- conclusiones:

  • La rapidez acelerada de la crisis crisis climática nos ha traído por todo el mundo olas de calor cada vez más prolongadas, intensas, extendidas y frecuentes. Estos sucesos no distinguen a quienes los sufren, sean niños o no, tengan sensaciones en un sentido o en otro.
  • Se estima que cerca de 559 millones de niños ya están expuestos a esas multiplicadas olas y sus «desperfectos».
  • Al paso que vamos,  en el año 2050 casi todos de los más de 2.000 millones niños y niñas del planeta deberán soportar olas de calor más frecuentes que ahora. Ocurrirá así tanto si se ha producido en esa fecha el «milagro» de que el mundo haya logrado un escenario de “bajas emisiones de gases de efecto invernadero” (+1,7 ºC de temperatura), como si las elevadas emisiones de GEI han llevado a un calentamiento estimado de + 2,4 ºC.
  • Debemos actuar inmediatamente, y eso pasa por protegerlos (adaptando los servicios sociales), prepararlos (para que puedan vivir en una nueva situación climática), priorizar a la infancia y los jóvenes en la asignación de recursos (financieros y de otro tipo relacionados con la crisis climática) y prevenir la probable catástrofe climática (reduciendo drásticamente las emisiones de GEI).

El título del informe avanza lo que es ya realidad y probablemente será verdad absoluta, cuando esa infancia sea adulta. Nos encontramos en el año más cálido desde que hay registros en la mayoría de los países; y eso que la series climáticas ya se teñían de rojo peligroso los años anteriores. Este calentamiento global no es coyuntural, sino que será pronto parte básica de la estructura de la vida. La infancia y adolescencia -en edad adulta dentro de poco- sufrirán y deberán gestionar el calentamiento global. Mala herencia les dejamos. Lo avisaron el 27 de octubre pasado ONU Ambiente (Pnuma) en Emissions gap report 2022 y la Agencia Internacional de la Energía en World Energy 2022 . Las cifras de las emisiones y tendencias descorazonan a quienes piensen un poco en el futuro colectivo.

En el pasado mayo, Unicef llamaba la atención y pedía actuaciones urgentes en su informe de Innocenti, titulado Report Card 17: Lugares y Espacios. Avisaba: El consumo excesivo en los países más ricos del mundo está destruyendo los entornos de la infancia en todo el mundo. Ellos están organizando entornos más saludables para los niños dentro de sus fronteras, pero a la vez están contribuyendo de forma desproporcionada a la destrucción del medio ambiente.

¿Demasiado pesimismo en los informes? Siempre tendrá utilidad si eso es fuente de energía vital transformadora, decía más o menos Pessoa. Pero nos quedamos, adaptado a nuestra intención y sensación, y pensando en los hijos y nietos (Mario y Pablo, Iris y Ramón) propios -tienen la fortuna de vivir en un país rico-, con aquello que para otro menester escribía en La tregua (1960) Mario Benedetti: Ojalá que pasado mañana cada niño, niña o adolescente tanto del mundo pobre como del rico se sientan «a la vez protectores y protegidos, que es una de las más agradables sensaciones que puede permitirse el ser humano».

La peligrosa aventura de conjugar el verbo cazar en la escuela

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Parece una estrategia sacada de los juegos de ficción en el ordenador. Al leer la noticia pensé que era falsa, como otras muchas que proliferan en la Red. Di vueltas telemáticas por diversos periódicos. Allí estaba también. Volví a la entrada de El País. Utilizaré entrecomillados para no ser exageradamente subjetivo. Me (in)tranquiliza un poco la noticia, dice que por ahora los escolares andaluces «de primaria de 90 centros (de un total de 2.300) no tocarán las armas al menos este curso. Solo accederán a contenidos vinculados a la naturaleza elaborados por la Federación Andaluza de Caza». Trato de imaginar a sus miembros de educadores ambientales y no logro verlos. Le doy vueltas a los posibles contenidos de la naturaleza que van a emplear; me cuesta que se tengan que hacer visibles de esta forma. Leo más abajo «Vox, Cs y PP incluso firmaron un compromiso escrito para la promoción y conocimiento de la caza en el currículo escolar y así aprobar los Presupuestos de 2020, pero quedó en papel mojado». Menos mal, me digo. 

No sé si dicha estrategia didáctica será una actividad complementaria o extraescolar, si figurará en el Proyecto de Centro. Me quedo sumido en el despiste existencial cuando leo lo que manifiesta la Federación Andaluza de caza “Lejos de lo que pueda pensarse, no se trata de formar en materia de caza, ni adoctrinar en relación a la actividad cinegética: únicamente tratamos de acercar la naturaleza a los niños, mejorar el contacto con ella, que conozcan los aprovechamientos naturales y sostenibles del monte y que tengan argumentos y criterios propios para juzgar”. Por lo que dicen parece que quieren ser Monitores ambientales; alguien habrá con sensibilidad por la biodiversidad. Así dicho no suena mal, pero ¿qué pasará cuando se hagan las prácticas en el entorno? ¡Monitores de la naturaleza con escopeta! ¡Alumnado de Conocimiento del medio viendo la biodiversidad en la caza!

Una pregunta que me surge, así sin pensar mucho, ¿qué contenidos se reservan para el alumnado de secundaria o bachillerato; no digamos de FP?

Pero aún hay más, o peor. «Desde 2016 los escolares extremeños pueden coger escopetas de aire comprimido un día al año en Alange (Badajoz)». Extremadura a la cabeza. Allí los cazadores reclaman su papel conservacionista.

Existe en Andalucía un proyecto llamado Huellas (que ha sido elegido por más de 90 colegios). En él se incluye el programa «Vivir y sentir el patrimonio» ―optativo para los colegios, menos mal―. Quienes lo desarrollen permitirán que «los escolares presencien exhibiciones de tiro con arco y cetrería, aprendan el rastreo de animales mediante sus huellas, conozcan el adiestramiento de los perros de caza y aprendan recetas de cocina vinculadas a las presas. El proyecto se basa en tres ejes: sostenibilidad del medio rural, observación de especies silvestres y etnografía del territorio». Me suena a un estruendoso (sic) pero estaré en un error pues es ensalzado en algunos medios de comunicación. 

Le doy vueltas a lo que pensaría el admirado Miguel Delibes, un cazador especial, de este asunto. Si no recomendaría emplear el tiempo escolar en otra cosa. Por ejemplo en leer y debatir libros o documentales que hablasen de la naturaleza, sus sucesiones e interdependencia de la biodiversidad y el entorno. En fin, que se lean el artículo de El País y hablen del asunto en sus claustros y departamentos. Opinen si esto va en consonancia con la Lomloe y muchas leyes anteriores, incluso del Partido Popular. A propósito, ¿qué dirán de esto los departamentos de Educación de esas CC.AA.? Y el Ministerio?

Por más vueltas que le doy no logro asimilarlo. Me pregunto cómo comprobará la Inspección Educativa si se han adquirido estos conocimientos. Por cierto, en esta entrada hablamos de la caza como contenido escolar, no de la caza, que sería tema para otros análisis y debates, los cuales ni nos ilusionan ni estamos preparados. ¿Qué tal si consideramos y debatimos lo que expresa el Consejo General de la Abogacía de España?, por decir algo que me centre en el asunto.