Infancia
Las guerras del nunca acabar quieren ser olímpicas
La masacre de palestinos, la invasión de Ucrania, las guerras de África, los bombardeos de Yemen, las persecuciones étnicas en todo el mundo no deben inquietarnos. Todo se parará para que podamos disfrutar de los JJ OO de París, porque olímpico significa igualdad, hermanamientos, competición sana. Estas bienaventuranzas se expresan en el desfile del conjunto de los países al unísono con sus banderas hermanadas -que nadie las vea como exclusivistas- para mostrar que es posible un mundo en paz. Esos dos centenares de enseñas patrióticas más los cientos o miles de banderas ondeando en las orillas del Sena o en las gradas de los estadios a lo largo de los juegos quieren decirnos que en la diversidad está la igualdad. Se cuenta en los mentideros de las ONG humanitarias que el Consejo de Seguridad de la ONU ha decretado que Israel mantenga treguas parciales diarias y permita la entrada o de medicinas y alimentos en Gaza si quiere participar.
Los castigos a los inmigrantes, las negaciones de asilo, las ayudas internacionales en migajas, el atosigamiento de los diferentes por razón de identidad sexual o religiosa, las dictaduras y sus dictadores, etc., se apuntarán a la tregua olímpica. Todo mal global se detendrá para que podamos disfrutar de la nobleza y esfuerzos de los deportistas; para que sepamos valorar los trabajos de los mandatarios del COI. Muchos gobernantes de los países en liza dejarán sus obligaciones y olvidos para hacerse una foto olímpica en París. Los rusos no, por eso de su invasión de Ucrania, pues deshonrarían el olimpismo.
Se comenta por Tik Tok que la concentración de mandatarios mundiales en París servirá para programar reuniones entre demócratas y dictadores que fortalezcan el derecho humano a competir sin armas mortíferas, solamente con la aptitud deportiva. Los bien pensados lo damos por bueno, ya que se trata de empezar a construir la justicia universal, que dudamos si no debería ser un requisito de país para poder participar en los juegos del deporte y en espectáculos internacionales de todo tipo.
Los detentadores de los derechos audiovisuales (Comité Olímpico Internacional y los respectivos de cada país) se han sumado a la euforia ética conscientes de que “París bien vale una misa global, un esfuerzo de paz”. En primer lugar han decidido que en cada jornada se guarde, debajo de la antorcha olímpica, 1 minuto de silencio por quienes sufren barbaries bélicas en todo el mundo. Además, van a instalar potentes monitores de forma gratuita en los lugares pobres del mundo, sea en la África esquilmada o en cualquier chabola de Nairobi o Lagos; tampoco se han olvidado de la Asia profunda; ni de los asentamientos de refugiados en la frontera de EE UU, en Sudán, en Turquía, en Ruanda, Pakistán o allá donde malviven afganos, eritreos o gente de esa que es apátrida sin desearlo. En Líbano y Jordania piensan entregar a los refugiados palestinos televidentes una rama de olivo, como símbolo de la olímpica paz mundial. La gente del COI ha concertado hasta el eslogan de la campaña: “Todos somos mundo, disfrutemos de olimpismo aunque no sepamos del todo lo que es”. Para simbolizarlo sustituirán en su logo los círculos (aros o circunferencias que nunca sé lo que son pues están huecos) por cuadrados, expresando así sus deseos de cambio. Lamentamos que buena parte de los medios de comunicación hayan enterrado las guerras con su apabullante información olímpica. ¡Qué decir de los enfervorecidos y patriotas comentaristas deportivos!
Última hora: Las marcas patrocinadoras han avanzado que estudiarán si dedican el 0,7 % de sus beneficios al Fondo Mundial de la Reparación Voluntaria (FMRV) de los desastres materiales de las guerras. Al mismo tiempo, han sugerido que los deportistas que ganen medallas hagan lo mismo con el dinero que suponen las preseas. Para empezar han decretado que antes de cada acto de entrega se guardará el silencio de respeto por lo que sufren.
Soñaba despierto. Cuando volví en mí pensé en escribir algo. Me preguntaba si con estas palabras dañaría de alguna manera a los deportistas, hombres y mujeres, a quienes hay que reconocer su valía obtengan o no medalla. Me digo si adornando mis deseos con alguna ironía habré tratado bien a las muchas personas que sufren en tiempos de alegría global. Mil disculpas a todas si así ha sido.
Me da por pensar que pudiera haber algo positivo con esos supuestos mensajes de paz ligados al deporte, televisados a todo el mundo. Seguramente el Secretario General de la ONU, señor António Guterres, se habría alegrado. He leído que también lamentaba que las olimpiadas no se celebrasen en tiempos de paz. Me reafirma en que el deporte no puede disfrutarse aislado de la “poliética”, de que debe llegar a ser un arma poderosa de paz. Supongo que la mayor parte de las mujeres y hombres que compiten en los JJOO compartirán este deseo. Felicidades por su esfuerzo y ánimos para su compromiso en favor de LA PAZ.
P.D.: El 6 y el 9 de agosto de 1945 dos bombas atómicas cayeron sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Sus damnificados se merecían un recuerdo olímpico.
GAZA: nada junto a nadie
No es nada porque en realidad poco fue, más bien nada se supo de lo que pudo ser.
Aquella tierra se ha borrado de los mapas camino de no ser nada, en todo caso un apéndice purulento.
Nada es cuando la ética enmudece, mucho menos si nadie la cultiva como debiera.
Cuando pronunciamos la palabra nada estamos negando su no existencia, nos legó Wislawa Szymborka.
Crear de la nada es un maravilloso ejercicio bíblico, reducir todo a la nada parece un sarcasmo que va contra esa aventura creacionista.
Nadie es en Gaza, porque un número poco dice sino se concreta en qué.
Nadie vive allí porque a todos visita la muerte en distintos estados y variadas dolencias.
Apenas nadie dice nada sobre aquel lugar que no existe en el cual no malvive nadie (sic).
La ética puede ser nada si la reducimos a nadie.
A este paso, si le damos tiempo no quedará nada ni nadie. Así justificaremos su no existencia.
Se dice que los ojos ven, que los oídos escuchan, que los cerebros piensan. Error grave porque todo esto se queda en nada o en manos de nadie.
El infierno en tierra firme, nada más ni nada menos.
Hay personas que nada valen, tan poco que se convierten en nadie.
La atención de nadie a las no noticias de Gaza se compensa con la euforia deportiva de los medios de comunicación.
Gaza no participará en las Olimpiadas de París. ¿No tienen nada que mostrar? Nos hubiera gustado ver su bandera a media asta en los estadios de la Eurocopa. Al menos que desfile su bandera con crespones negros en la olimpiada, ¿portada para nadie?
Nada de nada: la insensatez total si se refiere a personas que deberían ser algo.
Nada de nada poco dice; parece que sería más adecuado nada de algo o nada de casi todo.
Narrar la realidad no sirve de nada si no se le añade algo, nos predijo Italo Calvino. Mucho peor si no lo concretamos en nadie.
Si la nada y los nadie se cronifican dejan de ser. No es necesario que Nadir me lo demuestre.
¡Nada!, que no hay manera de que Gaza y los palestinos dejen de ser nadie.
Pero tiempo al tiempo, nada será porque no quedará nadie.
Semana Santa en Gaza
El mundo rico se prepara para disfrutar de su fe cristiana o para embarcarse en sus merecidas vacaciones; ambos cometidos son una forma de restaurar mente y cuerpo. Los españoles, necesitados como estamos de dejar de ser nosotros para ser otros, suspiramos de alivio en estos días. Vuelve la fe religiosa (con algo impostado si solo la limitamos a esto) para recordar la injusta muerte de Jesús, sacrificado por sus ideas.
En Gaza esta semana será como las muchas anteriores: muerte, hambre, odio y destrucción. El ayuno (otra escapada cristiana y musulmana de la comida opulenta, en este caso por el Ramadán) allí es permanente. Dudamos que valga como camino a la beatitud. Allí las televisiones no retransmitirán nuestras procesiones de dolor, ¡bastante tienen con el suyo! Allí las desgracias se acumulan mientras aquí pensamos en divertirnos; ¡Qué vamos a hacer si tenemos tan escaso poder para cambiar el mundo!, me comentó un amigo. Me imagino una procesión en la Andalucía resplandeciente y multitudinaria, y en la más austera Castilla, portando un cartel o en lazo en sus imágenes que recuerde el martirio de los habitantes de Gaza, a quienes no se les preguntó por sus ideas. Porque aquí recordamos un martirio, ¿o no?
Los camiones de ayuda humanitaria se encuentran en procesión ante la frontera de Rafah, en donde ayer Guterres desgranó toda su letanía sobre la necesidad de sentirnos personas convivientes. Unos segundos le dedicaron algunos informativos. Estos días los protagonistas muertos serán los rusos sacrificados por los fanáticos religiosos. Las vidas muertas no valen todas igual. El largo periodo de magnicidio israelí en Gaza dura ya desde el 7 de octubre de 2023; echemos cuentas de los muertos causados, puede que 32.000. Estos días los protagonistas en nuestras teles y medios de comunicación serán los asistentes a las procesiones o los que procesionan hacia lugares de vacaciones (ida y vuelta).
Semana Santa en Gaza, una lucha por recoger alguno de los paquetes con comida y agua que caen del cielo. Mientras redacto estas líneas me entero de que la devoción por alquilar balcones en las ciudades andaluzas debe tributar como ingreso. ¡Hasta las religiones pueden ser inhumanas! Lo hemos visto en Israel-Gaza donde los terroristas de Hamas y el ejército israelí se ejercitan en llevarle la contraria a la misericordia de sus dioses: seguro que algo tendrán. En Gaza no hace falta alquilar palcos para ver el sufrimiento real, no representado. ¡Qué habrá empujado a los terroristas de Moscú de estos días!
COROLARIO que podría escribir el franco-libanés conocedor de varias culturas Amin Maaluf: ¿Sabremos, en los años venideros, edificar entre los hombres, por encima de todas las fronteras, una solidaridad de un tipo nuevo: universal, compleja, sutil, meditada, adulta? ¿Independiente de las religiones?
Un maná llega a Gaza
Según el libro del Éxodo, el maná era el pan enviado por Dios a los israelitas todos los días durante los cuarenta años que estos deambularon por el desierto. Habían partido de Egipto, un lugar en donde se les odiaba por su raza y religión.
Desde hace unos días ya no solo llegan bombas el desierto humanitario que es Gaza. Ahora cae desde el cielo una exigua lluvia de víveres y medicinas. Apenas pueden sanar pequeños rasguños de la vida de los gazatíes. También ha empezado a llegar ayuda por mar. Escaso consuelo, menos es nada, para quienes tanto sufren. Porque el ejército israelí continúa diciendo que va a arrasar Rafat; no se sabe qué hará con el millón de personas ahí hacinadas.
El maná que demandan los gazatíes debería llegar en forma de presiones conjuntas de la comunidad internacional. Tanto que obligaran al presidente Netanyahu a detener este exterminio que a nada bueno puede conducir. Porque en el momento que acabe esta guerra habrá que reparar ruinas y curar heridas físicas (la salud de mayores, mujeres y niños ha sido la más perjudicada) y éticas. Nos tememos que estas últimas tardarán en sanar.
El laberinto descarbonizador de la UE
DISCULPEN: HEMOS ESTADO CERRADOS POR OBRAS POR CAUSAS AJENAS A NUESTRA VOLUNTAD:
Pero aquí seguimos.
Parece ser que la Comisión Europea ha pedido un recorte del 90% en las emisiones de la UE para 2040. Pero el asunto está crudo. Leemos en CarbonBrief. Me disponía a elaborar la entrada cuando la leo tan clara en la web citada que sobran las palabras; las mías no serán tan claras como las suyas, sintetizadas en cinco asuntos clave. No se pierdan los enlaces, complementan, mucho lo que en el texto se dice. Ahí van tal cual, texto casi literal:
«Esto requerirá un sistema eléctrico ampliado y libre de emisiones dentro de 16 años y una reducción del 80% en el uso de combustibles fósiles para energía, afirma la nueva guía.
El objetivo está diseñado para cerrar la brecha entre los objetivos de reducción de emisiones a corto y largo plazo existentes del bloque.
Inicia un largo proceso en el que los políticos e instituciones de la UE lucharán por los detalles de la propuesta antes de que se convierta en ley.
El bloque está a punto de entrar en un importante período de transición, ya que en junio se elegirá un nuevo Parlamento Europeo, seguido de una nueva comisión, el brazo ejecutivo de la UE. El resultado de esto podría ser un aumento de la oposición a la política climática a medida que la política de la UE gira hacia la derecha .
Las recomendaciones surgen mientras los agricultores han salido a las calles de toda Europa para expresar su enojo por las políticas ambientales y otros asuntos.»
Vaya momento tan complejo para sentirse descarbonizador, como quien esto escribe. En fin; no nos queda otra solución.
El impacto socioambiental de la guerra de Gaza
La guerra de Gaza sigue las pautas socioeconómicas de todas las guerras. Tras la mortífera acción de los terroristas de Hamas se desató la furia destructora israelí, largamente retenida con estas dimensiones. No solo hay que lamentar las muertes de personas y la destrucción causada por el ejército israelí cobijado en el silencio de las grandes potencias. Ha acumulado grandes sumas de dinero dilapidadas en causar daño al enemigo: destrucción sistemática de instalaciones o edificios públicos y asentamientos humanos, destrozo de los recursos naturales, fracturas de las vías de comunicación, anulación de modos de vida y un sinfín de daños morales, físicos y mentales a la población civil.
Pero además, esta guerra, como otras cercanas o lejanas en el tiempo, conlleva graves deterioros ambientales. Algunos, convertidos en catástrofes, durarán largo tiempo y marcarán el recorrido existencial de varias generaciones; la naturaleza libre dejó de ser allí una realidad. Repetimos que lo más grave entre lo grave es sin duda la pérdida de miles de vidas humanas y las dolencias y enfermedades que dejará en otras a su paso. Pero los impactos ambientales siempre resultan dolientes para el territorio y las gentes que han de soportarlos “sine die”. A nadie se le oculta la destrucción de tierras, la desaparición de cultivos, los suelos peligrosos de cultivar en el futuro por la gran cantidad de minas y explosivos allí sembrados. Además del agotamiento de los recursos naturales, –los árboles se cortaron para dar calor a la gente-, hay que hablar de los daños causados a biodiversidad. Por si todo lo anterior no fuera suficiente, añádese la contaminación del agua y el daño que causará en personas y animales que actualmente hacen uso de ella. Esta crisis ambiental supondrá el desabastecimiento y deterioro en los servicios ecosistémicos a medio y largo plazo. Además de la destrucción del paisaje, los hábitats y la millones de formas de vida.
Los impactos ambientales de la guerra son conocidos desde hace tiempo. Lo denunciaba Pekka Haavisto en un artículo publicado por el Centro de Investigación por la Paz en 2005 titulado La Situación del Mundo 2005: Redefiniendo la seguridad mundial. Informe anual del Worldwatch Insttute sobre el progreso hacia una sociedad sostenible. Así sucedió en la Guerra del Golfo en 2017 de lo que se informa con detalle en Por qué la Guerra del Golfo pasó de ser un conflicto bélico a un desastre ambiental. En él se explica que los iraquíes, en su retirada de Kuwait, incendiaron cientos de pozos petroleros que ardieron durante meses causando tales daños ambientales próximos y lejanos cuyas secuelas contaminantes deterioraron el aire durante meses y algunos aún permanecen anclados en la ecología global del Golfo Pérsico. Tal calibres tuvo el desastre que en tiempos se publicó que Sadam Hussein debería ser juzgado por genocidio y otras muchas razones, entre ellas por terrorismo ambiental.
No vamos a decir más; que cada cual haga su reflexión. Solamente reproducir parte de un informe presentado en Ginebra por el relator especial para la zona, Michael Lynk, al Consejo de Derechos Humanos: “Para casi cinco millones de palestinos que viven bajo la ocupación, la degradación de su suministro de agua, la explotación de sus recursos naturales y el deterioro de su medio ambiente, son síntomas de la vulnerabilidad y la falta que tienen de cualquier control significativo sobre su vida cotidiana”.
Según cuenta The Guardian, solo en los dos primeros meses del conflicto se han emitido 281.000 toneladas métricas de dióxido de carbono, la gran mayoría de ellas generadas por el Ejército israelí. Esto supone un coste climático equivalente a la combustión de al menos 150.000 toneladas de carbón. Es más, se calcula que solamente el coste ambiental en emisiones de carbono que supondrá la reconstrucción de 100.000 edificios dañados generará al menos 30 millones de toneladas métricas de gases de efecto invernadero. Esta cifra es equiparable a las emisiones anuales de CO2 de Nueva Zelanda y superior a la de otros 135 países, incluidos Sri Lanka y Uruguay, cuenta eldiario.es.
P.D: No olvidamos el impacto socioambiental en el presente futuro que sufrirán niños y niñas de Gaza. ¿Cómo lo interiorizarán los adolescentes? La sostenibilidad de la sociedad está tan perturbada que vivir allí será una aventura incierta, plena de obstáculos, y no solamente emocionales. También sanitarios, económicos y de convivencia. Aunque se callen algún día las armas -ojalá se firme pronto un alto el fuego-, la guerra durará muchas décadas.
Eurostat nos saca los colores de la desigualdad
Tipo telegrama sobre los niños en riesgo de pobreza o exclusión social, para que cada frase sea contundente y cada cual la prolongue todo lo que desea o la someta a debate en su entorno. Esto dice sobre los niños y niñas europeos:
- En 2022, el 24,7% de los niños menores de 18 años en la UE estaban en riesgo de pobreza o exclusión social, en comparación con el 24,4% registrado en 2021.
- En 2022, en la UE, el 10,2% de los niños menores de 18 años cuyos padres tenían un nivel educativo alto estaban en riesgo de pobreza o exclusión social, en comparación con el 61,9% de los niños cuyos padres tenían un nivel educativo bajo.
- Los niños menores de 18 años que crecen en la pobreza o la exclusión social encuentran dificultades para obtener buenos resultados en la escuela, disfrutar de buena salud y desarrollar todo su potencial en el futuro. También enfrentan un mayor riesgo de quedar desempleados, pobres y socialmente excluidos cuando sean adultos.
- En 2022, la proporción de personas en riesgo de pobreza o exclusión social era mayor entre los niños que entre los adultos
NOTA IMPORTANTE EUROSTAT:
La proporción de personas que están en riesgo de pobreza o exclusión social incluye a personas que se encuentran en al menos una de estas tres situaciones:
- personas en riesgo de pobreza : aquellas con un ingreso disponible equivalente inferior al umbral de riesgo de pobreza;
- Personas que sufren graves privaciones materiales y sociales : aquellas que no pueden permitirse al menos siete de los trece elementos de privación (seis relacionados con el individuo y siete relacionados con el hogar) que la mayoría de la gente considera deseables o incluso necesarios para llevar una vida. calidad de vida adecuada;
- personas (menores de 65 años) que viven en un hogar con una intensidad laboral muy baja: aquellos que viven en hogares donde los adultos trabajaron igual o menos del 20 % de su tiempo de trabajo potencial total combinado durante los doce meses anteriores.
P.D.: Qué dirán estos datos sobre Gaza.
Morir por querer vivir mejor, tragedia de los migrantes
Nos preguntaremos las razones por las que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alerta de que flota en el agua ética una parte de la emergencia humanitaria global. Mucho o poco, depende de cómo se mire o se sienta, asustará que unas 3.711 o 3.863 personas pierdan la vida al intentar cruzar una frontera europea. Otras 286.000 lo lograron según la OIM. Muchas o pocas, nunca se sabe; todo depende de quién valore esas cifras en función de qué intereses. Aquí un mapa de Europa y sus flujos migratorios.
De los datos de la OIM se deduce que unas 250.000 lo hicieron por mar. Seguro que no lo viajaron en confortables cruceros ni lo hicieron como pasajeras de los ferris que unen norte y sur del Mare Nostrum.
La ONG Caminando Fronteras denunciaba el nueve de enero que más de 6.600 personas habían perdido la vida intentando llegar a España. La gran mayoría por la llamada ruta canaria -cada vez en trayectos más largos y peligrosos-. Es de suponer que buscaban una puerta para vivir mejor y han encontrado un mar que no las deja vivir. La citada ONG señala el 2023 como el año «más mortífero» desde que comenzó a tener registros, en 2007. Además, achaca este incremento de la mortalidad a las políticas de control migratorio. No duda en que «se prioriza el control de fronteras» sobre «el derecho a la vida«. Grave omisión que parece convertirse en práctica común. A punto de generalizarse en la vacilante UE, que por ahora se contenta con endurecer las penas de quienes entraron sin todos los papeles en regla. Dicho de otra forma: cada vez más gobiernos hacen la vista gorda ante el informe de Human Rights Watch sobre el estado de los derechos humanos.
P.D.: ¿A dónde podrán migrar, si lo desean, los supervivientes del genocidio de Gaza? Este nihilismo moral ya ha sido denunciado ante la Corte Penal Internacional por el el prestigioso Centre for Constitutional Rights de Nueva York y el Gobierno de Sudáfrica. ¿En qué quedará todo? Mientras tanto nos encontramos ante un suma y sigue del despojo, la expulsión, la tortura, el asesinato, la discriminación y apartheid en los territorios ocupados, como denuncia Human Rights Watch.
Tres meses en Gaza para destruirlo todo. ¿Y después?
Tres meses de guerra son demasiados días de destrucción, mucho tiempo con muchas muertes acumuladas, la construcción de un territorio inhabitable para mucho tiempo, la aniquilación de la palabra humanitaria, la desaparición de las escuelas y centros de salud, la consolidación de un lenguaje maldito que se apoya en el ojo por ojo y diente por diente, la certeza de que el inicial terrorismo de Hamas tuvo apoyos externos que quizás buscan la extensión de la guerra a otros territorios.
Demasiados días de conversaciones (dicen) para lograr la paz o al menos una tregua que levante un poco la asfixia social; demasiado tiempo para que no haya un contagio bélico en los países limítrofes, demasiados días de olvido de lo que acontece en Ucrania y en otras guerras que hay por el mundo. En fin, unas crisis humanitarias que deberían tener soluciones humanas. ¿Acaso la propia humanidad desea borrar, o no contiene en su estructura, la misión humanitaria? Tras cada guerra se extienden los olvidos, máxime si han tenido celebraciones mundiales teñidas de felicidad material.
¿Y después, si es que esto no tiene un «a continuación…»? Cuando las cámaras se hayan ido a otra guerra y nos desvíen la atención. Nos avisó Wislawa Szymborska en Fin y principio.
Después de cada guerra
alguien tiene que limpiar.
No se van a ordenar solas las cosas,
digo yo.
Alguien debe echar los escombros
a la cuneta
para que puedan pasar
los carros llenos de cadáveres.
Alguien debe meterse
entre el barro, las cenizas,
los muelles de los sofás,
las astillas de cristal
y los trapos sangrientos.
Alguien tiene que arrastrar una viga
para apuntalar un muro,
alguien poner un vidrio en la ventana
y la puerta en sus goznes.
Eso de fotogénico tiene poco
y requiere años.
Todas las cámaras se han ido ya
a otra guerra.
A reconstruir puentes
y estaciones de nuevo.
Las mangas quedarán hechas jirones
de tanto arremangarse.
Alguien con la escoba en las manos
recordará todavía cómo fue.
Alguien escuchará
asintiendo con la cabeza en su sitio.
Pero a su alrededor
empezará a haber algunos
a quienes les aburra.
Todavía habrá quien a veces
encuentre entre hierbajos
argumentos mordidos por la herrumbre,
y los lleve al montón de la basura.
Aquellos que sabían
de qué iba aquí la cosa
tendrán que dejar su lugar
a los que saben poco.
Y menos que poco.
E incluso prácticamente nada.
En la hierba que cubra
causas y consecuencias
seguro que habrá alguien tumbado,
con una espiga entre los dientes,
mirando las nubes.
Dineros que son clima
La COP28 empezó con pocas ilusiones pero… quién se acuerda de eso ahora
Lo que se dispone a leer a continuación es una especie de amalgama climática sobre la COP-28 que se celebró el mes pasado en Dubái. Ha sido elaborada a partir de lo dicho en periódicos nacionales y extranjeros, en comunicados de las agencias de la ONU o de las ONG ambientalistas y sociales que por allí anduvieron.
La cumbre se abría con el eco de las palabras de Antònio Guterres, secretario general de la ONU. Pedía medidas para evitar el colapso planetario y de la humanidad, ambos pendientes de unos pocos hilos. Muy enfadado, lanzó la metáfora de que no se podía apagar el incendio del planeta con una manguera de combustibles fósiles. En la COP-28 afloraron enseguida las incoherencias climáticas. Su presidente, Sultán al Jaber, lanzó la proclama –sembrada de petrodólares interesados– de que no existe evidencia científica que ligue la contaminación por uso de combustibles fósiles con el clima global. Al día siguiente se retractó, o lo retractaron.
Hagamos historia. En la COP de París de 2015 –la del reconocimiento de la alerta climática– los países acordaron limitar el calentamiento global para este siglo a 1,5 grados centígrados. ¿Qué ha sucedido desde entonces para encontrarnos ahora en una situación tan crítica? Parece que en 2023 ya estamos en torno al 1,4 grados. Es más, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) asegura que el clima mundial se encamina a un aumento de la temperatura de 2,8 °C en el año 2100. Si esto sucediera tendría consecuencias catastróficas; hasta las ganancias de las multinacionales energéticas se reducirían. La OMS alertaba de la relación entre la quema de combustibles fósiles –los niveles de partículas en suspensión superan tres o cuatro veces sus recomendaciones– y la salud; lo cual eleva el gasto sanitario y mata gente.
Pero los dineros en juego son muchos, como demostraban las decenas de miles de asistentes a esta cumbre. Aunque se apruebe detener la emergencia climática, los países en desarrollo necesitan cientos de miles de millones más en financiación para acercarse a la transición deseada. Por otra parte, los países desarrollados y los productores de petróleo no se van a ver obligados a actuar tan rápido como exige la ciencia climática. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente señala que los países ricos deberían multiplicar por entre 10 y 18 los fondos para cubrir las necesidades de adaptación de los países pobres (entre 215.000 y 387.000 millones de dólares al año).
En la COP-28 se acordaron ayudas multimillonarias a la agricultura para hacer frente a los desafíos climáticos. Habrá que transformar con urgencia los modos de producción, distribución y consumo de alimentos; inducir a los mercados hacia la sostenibilidad. Así se podrán «salvaguardar y restaurar los ecosistemas y la biodiversidad, al tiempo que se alimenta a 10.000 millones de personas para 2050». También las empresas tienen mucho que decir y hacer, como recordaban Clara Arpa y Víctor Viñuales (HERALDO, 13 de diciembre), porque abordar la crisis climática actual es clave para gestionar riesgos empresariales.
La cita, que salió a empatar, fue a la prórroga. Pero el ‘The end’ resultó de película: la COP-28 alcanzó un acuerdo histórico que cierra la manguera para dejar atrás los combustibles fósiles. Hasta la vicepresidenta del Gobierno español Teresa Ribera dice que es «el principio del fin de los combustibles fósiles». Casi de acuerdo, habida cuenta de la falta de ambición con la que empezó. El texto pactado por los 198 países presentes pone el foco en los principales responsables de la crisis climática: los usos de petróleo, carbón y gas. Se acuerda generar una transición para finalmente eliminarlos «en los sistemas energéticos, de manera justa, ordenada y equitativa, acelerando la adopción de medidas en este decenio crítico, para lograr el cero neto para 2050». Un periódico francés lo llamaba «un cascarón vacío», porque no es vinculante.
También hemos leído que los actuales planes de los países –programados para 2030– llevarán en ese año a un sobrecalentamiento del aire. En el mejor de los escenarios será entre 2,1 y 2,8 grados. Es más, ni siquiera en la letra pequeña del texto final se acuerda la eliminación total del uso del carbón, el petróleo y el gas, ¿hasta 2050? ¡Vaya!
Sigamos atentos. El deseado disfrute de un aire menos contaminado aún no ha empezado. ¿Aguantarán los dineros? Son salud.
- Este artículo fue publicado el 4 de enero en Heraldo de Aragón, pág. 18.
El lamento de UNRWA por Gaza que debería avergonzarnos a todos
Debe ser muy duro para quienes solamente aspiran a salvar vidas y defender a los débiles escuchar el lamento de UNRWA: “Se nos ha colocado en una situación intolerable, la de solicitar permiso para realizar una labor que salva vidas”
Pero aún hay más en este lamento de ética humanitaria. Lo anotamos extractando con sus titulares un artículo publicado en El País por Philippe Lazzarini , Comisionado General de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Oriente Próximo (UNRWA):
- » El desplazamiento forzado en Gaza pone en peligro el derecho humanitario.
- Debemos exigir responsabilidades a quienes infringen las leyes deliberadamente, usan la ayuda como arma y difaman a las organizaciones humanitarias con el objetivo de debilitar la asistencia, la protección de los civiles y las infraestructuras civiles.
- En esta guerra los civiles son peones y, sin embargo, la ayuda humanitaria se ha condicionado. La ayuda humanitaria se retiene o se entrega en función de agendas políticas y militares que las Naciones Unidas desconocen.
- Hamás se ha eximido de toda responsabilidad hacia la población civil. Vergonzosamente, uno de los dirigentes de este grupo terrorista ha declarado que toda la responsabilidad de la ayuda humanitaria a los civiles recae en la ONU.
- Israel ha impuesto un asedio casi total a Gaza, infligiendo un castigo colectivo a más de dos millones de personas, la mitad de las cuales son niños.
- Ahora que la pausa humanitaria ha terminado, ¿cuál será el destino de más de dos millones de palestinos asediados y confinados en una minúscula zona del sur de Gaza?
- La ayuda humanitaria debe mantenerse independiente e imparcial».
ESPERPENTO CAPITALINO: El alcalde de Madrid, señor J.L. Martínez-Almeida, quiere conceder la Medalla de Honor de la capital de España al pueblo de Israel (sic). Muchos, españoles o no, nos preguntamos si los premia por sostener a un Gobierno que está practicando el genocidio de los gazatíes porque los terroristas de Hamás castigaron/mataron previamente a sus ciudadanos. ¿O acaso es una consecuencia del 75 cumpleaños de la Declaración Universal de los Derechos Humanos por la Asamblea General de las Naciones Unidas en su Resolución 217 A (III), el 10 de diciembre de 1948 en París?
En otro tiempo diríamos «Non coment», allá cada cual. Pero no me negarán que no son ganas de enredar. ¿Con qué fin? La historia nos dirá, si no la manipulan.
La megasequía puede llegar en unos años: ¿cuánto y hasta dónde? ¿Y en Gaza?
En cuanto caen en otoño cuatro gotas nos olvidamos de la sequía que padecimos, al menos los urbanitas. Pero en muchas zonas de España, casi en medio mundo la sequía se hizo resistente y no hay forma de librarse de ella. En la rica Cataluña hay restricciones varias del uso del agua; en algunos lugares no habrá ni para boca. Sus embalses, los de las cuencas internas, están ahora mismo alrededor del 38 %; los de la provincia de Lleida al 41,4 %. En este mapa de El Periódico se puede comprobar que casi todo el territorio se encuentra en emergencias varias o en excepcionalidades casi nunca vistas. Pero hablar de eso no da réditos políticos.
La situación de megasequía «riega» la mayor parte de campos y bosques catalanes, hasta en Girona donde en tiempos llovía bastante. Sus políticos, como en el resto del territorio español, han hecho dejación de funciones. Por eso deberían rendir cuentas. Cuando hablan envían agua en palabras, que a ningún cauce llegan. El momento coyuntural de la sequía y falta de agua está en las ideas caducas de la ciudadanía y sus dirigentes. Todos han vivido al margen de la realidad, sin atender a las llamadas de parar los derroches varios que acumulan riesgos a la falta de lluvia. Miran al cielo para disparar al culpable, pero harían mejor en mirarse a sí mismo.
La sequía puede convertirse, seguramente lo será, en un factor limitante para la biodiversa vida, el medioambiente en general, las economías derrochadoras y toda la dinámica socioempresarial. En qué ha estado pensando Cataluña durante todos estos años que no ha sido capaz de mirar al agua -el consumo medio anual por habitante en Barcelona está entre 210-230 litros diarios- dentro de un escenario de restricciones de agua; ahora (a buenas horas) dice el Govern que penalizará los consumos excesivos. Copiamos de El Periódico, para: «castigar» la especulación y a los que gastan agua de forma «lujosa» (sic).
En algo parecido a quienes hablaban de la nada acuática en el resto de España. Porque, esto se veía venir. Las restricciones en Andalucía son de libro emborronado pues no miran ni siquiera a los pozos ilegales que secan Doñana. En Aragón sueñan con hacer pantanos más grandes mientras la renovación de acequias se la comen las hierbas y los topillos; eso sí, van a dedicar una porradas de millones para hacer un campo de fútbol para la capital, para el caso de que sea nombrada sede en 2030. Así que, al margen de que llueve menos, de que el cambio climático no nos quiere proteger, la mala gestión del agua es uno de nuestros deberes nunca vistos.
Hemos leído con preocupación que la megasequía que se preveía para finales del siglo XXI en Europa puede que llegue a partir de 2030, el de la euforia futbolística mundialista. Lo asegura, como principal conclusión y alarma, un trabajo aparecido recientemente en la revista Communications Earth & Environment (del grupo Nature). El equipo de investigadores se han fijado especialmente en los niveles de calor y sequía actuales. Estos se consideraban prácticamente imposibles hace 20 años alcanzan ahora una probabilidad de 1 entre 10. Pero lo malo es que aventuran que a partir temprana de la década de 2030. Anotamos unas palabras de la española Laura Suárez-Gutiérrez, investigadora de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich (ETHZ) que ha liderado la investigación:
“Queríamos fijarnos no solo en altas temperaturas, sino en eventos combinados que sean relevantes, como altas temperaturas que coinciden con sequías, la sucesión de noches con temperaturas nocturnas muy altas o calor húmedo, condiciones que son relevantes para los ecosistemas y la salud humana”
La clase política y empresarial española -e imaginamos alter ego de la mundial- debería interpretar muy bien lo que sale de la COP28. Ya les avisó alguien con sabiduría aplicada hace muchos años: Cuando más focalicen su mirada en lo propio y cercano, peor verán las cosas que realmente son importantes.
P.D.: Un recuerdo emocionado para los gazatíes, cuya megasequía permanente (consumo medio por debajo del agua como derecho humano) se ha teñido ahora del rojinegro horror de la guerra: diecisiete mil de ellos (el 70 % mujeres y niños) nunca más beberán agua como resultado de dos meses de genocidio. Unrwa (Agencia de las NN.UU. para los refugiados de Gaza) denuncia que allí confluye la mega negación moral del resto del mundo, a la vez que pide ayuda económica para aligerar el sufrimiento de dos millones de personas.
NOTA PÓSTUMA: EE.UU. se tuerce el brazo al firmar el cheque de la mega ausencia ética en Gaza con su veto en la ONU, bajo la atenta mirada del Reino Unido. Dos de las democracias “modelo” del mundo cruel. El pobre Guterres ya no sabe a qué dioses implorar. Amnistía Internacional me recordó ayer que el 10 de diciembre está señalado como el Día Internacional de los Derechos humanos.
El «black friday» elimina la sostenibilidad. ¿Y en Gaza?
Un poco fuerte empezar así, pero es necesario saber que nuestro corazón consumidor no escucha los razonamientos del pensamiento lógico, ese que combina la vida con la actividad cerebral. Bien sabemos que ambos necesitan de vez en cuando un relajo, que la vida ya es bastante compleja para estar recriminándonos siempre lo que hacemos mal; incluido quien esto escribe. Pero notarán que esta entrada va después de los días de la invasión consumista. Tiene sentido pensarlo de cerca para construir conocimiento y pensamiento. Nos queda suficiente tiempo por delante hasta el siguiente día de la batalla del consumo.
Hemos puesto en el título de esta entrada elimina porque hay gente que hace buenos propósitos durante todo el año. Pero al final cae en la red luminosa que nos llama por todos los rincones del mundo real y virtual a ser más felices consumiendo. Y para eso no hay nada como llamaradas de luz que nos atraen como las farolas hacen con las efémeras.
Tampoco los ayuntamientos nos lo ponen fácil. Compiten por ver cuál es el que más luces y antes enciende con la excusa de la navidad. Animan al consumo con sus derroches de luz navideña, que a este paso será de encendido permanente. ¿Tendrá algo que ver esa estrella -más bien sería un recuerdo del cometa Halley, pero Giotto di Bondoni la llevó a un cuadro en 1305 y desde entonces las estrellas de Belén tiene cola y cinco puntas?- Dicen (San Mateo) que guiaba a los Magos de Oriente en su travesía por Oriente Medio hasta llegar a Belén. Luz y Navidad; no lo había pensado hasta ahora pero parecer ser que Halley estaba por ahí cuando nació Jesús. Es más, he leído en un periódico un titular que decía: el encendido de luces da la bienvenida a la Navidad. ¡Será a la consumista porque a la otra con alumbrar el día 24-25 sería suficiente!
La estrella (cometa) de Belén también se ha posado en la entrada del Parque José A. Labordeta de Zaragoza. Por cierto, el Ayuntamiento de la capital aragonesa ha invertido de media en iluminarse en los últimos cinco años casi cuatro veces más que lo que se gastó en las casi dos décadas anteriores en estos adornos (Heraldo de Aragón, 3-12-2023).
¿No hay mayor sinsuntancia municipal que competir por ver qué ciudad enciende las luces antes? Leí no sé dónde que sus ediles demuestran su necedad con actos llamativos que dejan en oscuridad el sentido común en la gestión de lo público. Máxime este año que los alumbrado masivos han coincidido con la celebración de la COP28 por el Clima en Dubái. Pero a la vez la política florero les da votos.
Pero también hay cordura empresarial. Una entrada del Periódico de Aragón recogía que los comercios sostenibles plantaban cara al «black friday», ese negro día. Lo defiende la gente de The Circular Project. También Oxfam-Intermon, que hasta los guía a la meta del consumo sostenible en general. ¡Ah! No se dejen engañar por las escaparelas de sostenible que se han colocado bancos, grandes empresas contaminantes, etc. Las vemos apagando el cambio climático (un planeta en llamas) con una manguera que lanza combustibles fósiles, como acusó António Guterres en la COP28.
P.D.: Desde aquí me pregunto de las luces humanitarias que tanta falta hacen en Gaza. Solo les quedan las estrellas, oscurecidas sin duda por las explosiones y bombardeos. ¿Qué pensarán los niños y adultos al mirar nuestros comportamientos en las redes o televisiones? Solo envidia, o algo más fuerte. Allí lo único que se celebra cada mañana es despertar ese día, y a la noche contar uno más vivido.
El olvido que ya son los gazatíes es nuestro
Casi nadie habla ya de la masacre de Gaza, ni de los destrozos en los hospitales, ni del riesgo de morir del hambre de miles de niños y adultos. Los medios de información ya no la consideran noticia de primera plana; en muchos informativos ni se cita y si se hace tiene el formato de anécdota. Contemos cada uno de nosotros las ocasiones en las que lo ha comentado con amigos o familiares a lo largo de la última semana.
UNRWA (Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina), como otras organizaciones humanitarias no lo ha olvidado. Me dicen que casi todos los días atienden en sus centros sanitarios a unas 10 000 personas; una media 180 mujeres dan a luz cada día; vacunan a los niños y las niñas; que desde el 7 de octubre han procurado atención psicológica a 41.700 personas.
No solo eso. Casi 1,6 millones de personas han sido desplazadas en toda la franja de Gaza desde el 7 de octubre. Casi 830.000 personas desplazadas se encuentran ahora refugiadas en 154 instalaciones de UNRWA. El hambre empieza a matar a mucha gente.
No solo eso. Otras muchas organizaciones humanitarias y algunos países denuncian la masacre y piden un alto el fuego. Entre ellos, sin hacer mucho ruido, España y el Alto Represente de la UE Josep Borrell ha pedido un cese inmediato de la masacre. Pero el ejército de Israel, ¿sostenido y animado por quién?, sigue matando sin piedad en escuelas de la ONU -Elvira Lindo la ha identificado con una guerra contra la infancia– y destruyendo hospitales como Al Shifa, el peor magnicidio que puede haber: ahí donde alguien que acude a ser sanado encuentra la muerte por estar ahí. De hecho, la OMS denuncia más de 230 ataques a la atención sanitaria Palestina.
No solo eso. ¡No olvidemos que la guerra Israel-Hamás sigue! Qué acabe esta guerra; qué cesen los sangrientos ataques israelíes; qué sean liberados por Hamás los israelíes presos; que el primer ministro israelí escuche a las familias de los olvidados secuestrados que le piden parar la guerra y negociar su liberación.
No solo eso. Muchas personas nos resistimos a permanecer impasibles ante este holocausto. ¡Qué sea devuelta la dignidad a tantas personas que sufren! Para algunas ya es imposible. Porque la muerte llegó demasiado pronto. Si los vivos ya transitan en el olvido (sin comida, sin educación o enfermos), qué será de los muertos. ¿Contará la Historia con el olvido este holocausto y los silencios de la comunidad internacional en 2050 por ejemplo? Necesitaremos más de un Abad Falciolince que nos novele «el olvido que ya son (somos) y serán (seremos)».
Después de cada guerra… de Wislawa Szymborska (Nobel de Literatura 1996)
Después de cada guerra alguien tiene que limpiar. No se van a ordenar solas las cosas, digo yo.Alguien debe echar los escombros a la cuneta para que puedan pasar los carros llenos de cadáveres.Alguien debe meterse entre el barro, las cenizas, los muelles de los sofás, las astillas de cristal y los trapos sangrientos.Alguien tiene que arrastrar una viga para apuntalar un muro, alguien poner un vidrio en la ventana y la puerta en sus goznes.Eso de fotogénico tiene poco y requiere años. Todas las cámaras se han ido ya a otra guerra. |
¿Quiénes serán esos alguien de los que habla la poeta?
¿Salvar al Planeta? No, salvarnos nosotros y todas las criaturas
Hay una frase que se escucha a menudo hasta en la publicidad de los coches o en la propaganda de las energéticas: debemos salvar al Planeta. Quien la pronuncia de manera bienintencionada puede que piense en un ente vivo que ha entrado en la UCI (Unidad de Cuidados Intensivos) porque sus constantes vitales están muy deterioradas. El sistema Planeta es una conjunción de partes físicas (geológicas, hidrológicas, climáticas, etc.) que conviven en interacción permanente con los seres vivos, entre ellos las personas. Intuyo que será por eso que se acuñó la frase que liga todo: las personas somos las mayores causantes de que la Tierra esté en peligro y, por tanto, debemos salvarla, o al menos ir actuando, para que sus males mejoren y pueda salir de la UCI.
Sepamos que, de por sí, el Planeta «vive» desde hace miles de millones de años en una entropía permanente. Pero ahora ha entrado en una incógnita fase: el Antropoceno.
Sabemos que si hay mejoras en sus variables vitales, la «salvación no ocurrirá solamente con desearla», no acabaremos la faena pasados unos días, ni varios años. Pero debemos actuar ya, como si el fin del Planeta como lo conocemos tuviese escrita su fecha de caducidad. Circunstancia que ya acontece en algunos sitios engullidos por la subida de los mares, en lugares en donde la contaminación es el gotero químico que mata, en países en los cuales la sequía está borrando casi su nombre. Otros a los que se les podía llamar Sáhara (desierto en árabe). Hay lugares en donde los ríos han dejado de ser corrientes de agua (el río Negro en la Amazonía), y un etcétera enorme.
El Periódico traía una infografía muy trabajada para explicar, sintetizando mucho, lo que hay detrás de su «Misión: Salvar al Planeta«. Se merece una visita pausada. Después seguro que mueve la corriente salvadora de todas las criaturas. Ojalá podamos celebrar ese día en el que se le dé el alta hospitalaria al Planeta y la biodiversidad que sostiene.
El País recoge los resultados de una reunión internacional (Tiempo de crisis, tiempo de cambios) en un artículo con buenas dosis de esperanza si alguien quiere movilizarse: Por fin sabemos cómo salvar al Planeta, pero hay que tomar partido.
¡Basta ya de escondernos detrás de la inconsciencia o de la incredulidad!